Las elecciones municipales en Chile, celebradas hace unos días marcan un hito significativo en la historia política del país, no solo porque emergen nuevos líderes, sino también por la transformación en la percepción y el involucramiento de la ciudadanía en la esfera pública. Estas, como todos los procesos eleccionarios suelen estar marcados en un contexto social y político complejo, donde los reclamos por mayor participación y representatividad cobraron fuerza y sin embargo todo parece indicar que los chilenos optan por posiciones más moderadas.
Es evidente que este y el pasado el proceso electoral han estado cargados de redefiniciones y expectativas de la población respecto a la política local. Nadie podría negar que el proceso electoral del año 2021 estuvo gobernada por expectativas y demandas que clamaban por mayor equidad, transparencia y justicia social y la necesidad de representación de sectores históricamente marginados. La ciudadanía, algunos, manifestaban su deseo de participar directamente en la toma de decisiones que afectan sus vidas cotidianas. Luego, esas elecciones municipales se convirtieron en una expresión de la voluntad popular, buscando electores una representación que “reflejara” esos anhelos y preocupaciones. Los resultados entonces ofrecieron una panorámica diversa. Candidatos independientes, ajenos a los partidos tradicionales lograron gran respaldo, revelando la desconfianza ciudadana hacia las estructuras políticas convencionales. Fue notable la representación de mujeres y miembros de comunidades indígenas en las listas de candidatos, en un esfuerzo por corregir desigualdades históricas en la representación política.
Ahora, estas elecciones municipales de 2024 parecieran demostrar que, a pesar de los desafíos, la ciudadanía sigue comprometida con la democracia, pero que seguimos en un contexto de incertidumbre, donde la confianza en las instituciones sigue erosionada, y las preocupaciones por la seguridad y la economía han tomado protagonismo. Los resultados respecto de las elecciones de alcaldes a esta fecha indican que el pacto Chile vamos logra 122 alcaldías; contigo Chile Mejor sólo 111 alcaldías y Candidaturas independientes 103. Es el proceso democrático nos posiciona como un país que pareciera vuelva a un modelo de tres tercios. Sin embargo, estos datos o resultados son el corolario de un sentimiento más profundo de la ciudadanía. Optamos por autoridades que representen una profunda observancia a valores, comportamientos y prácticas que garanticen una gestión pública transparente, eficiente y responsable y que demuestran con un trabajo constante su pertenencia territorial.
Los Alcaldes en tanto directivos públicos, son responsables de la gestión de recursos y la formulación de políticas públicas ad-hoc a su realidad local, pero también deben promover con su actuar la ética pública, ya que su liderazgo y decisiones influyen en el funcionamiento interno de las instituciones y afectan la percepción y confianza que la ciudadanía tiene hacia el Estado.
Si ello no ocurre, en cuatro años más podremos observar nuevos aires y nuevos líderes.
Américo Ibarra Lara
Director
Observatorio en Política Pública del Territorio
Facultad de Arquitectura y Ambiente Construido
Universidad de Santiago de Chile