Muy aplaudido fue en anuncio del presidente de Brasil en la 112° Conferencia de la OIT realizada el mes pasado, respecto a impulsar la creación de un tributo para los superricos, dando como ejemplo la ley que él promulgó en su país en diciembre del año pasado que afecta a personas de altos patrimonios y empresas offshore. Esta iniciativa legal espera recaudar 6 mil millones de dólares hasta el 2025.
Esta experiencia brasileña se está expandiendo también en los países del G20, organización que reúne a las 20 mayores economías del planeta y que tiene en el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, la presidencia rotativa en este periodo. Bajo esa dirección, fue encomendado el economista francés Gabriel Zucman, para elaborar un proyecto que ha definido un tributo mínimo que afectaría a este tipo de contribuyentes.
Este estudio ha revelado aspectos muy importantes como, por ejemplo, la disminución de las tasas efectivas que afectan a los altos patrimonios. En otras palabras, ha demostrado la disminución en la recaudación efectiva que aportan los millonarios. Esto constituye una desigualdad en la redistribución de la renta producto de la ineficacia de los sistemas tributarios para evitar la concentración de los grandes capitales en pocas personas.
Una solución a esta palmaria realidad, es la aplicación de un impuesto, con una tasa reducida, sobre el patrimonio neto de estos contribuyentes, entendiendo por tal a la diferencia positiva entre los activos y los pasivos a una fecha dada.
Sin embargo, junto con lo atractivo de estos anuncios y lo ilustrativo de las situaciones que se acompañan en el documento, es necesario hacer el contrapunto con los elementos que la evidencia empírica aporta y que no son tratados por esta propuesta.
En efecto, sigue aún presente el efecto de la curva Laffet que, pese a que algunos dicen que ha sido “resucitada”, su eficiencia es ostensible: las alzas en las tasas de impuestos no garantizan un incremento en los montos recaudados. Esto se traduce en que todo cálculo de la mayor cantidad de recaudación que se proyecta obtener producto del incremento de una tasa de impuestos sobre la renta, debe considerar una merma producto de las decisiones que realizan los contribuyentes, al ver disminuida su utilidad. Estas acciones pueden corresponder a evasión, elusión o economías de opción que la misma ley establece. Además de lo anterior, es perfectamente posible la opción del cambio de dominio o radicar las inversiones en economías que ofrecen una menor carga tributaria, tal como ha beneficiado a Irlanda en los últimos años.
Muy ligado a lo anterior, todo aumento de impuestos genera una traslación de las curvas de oferta o demanda en un mercado que deja fuera oferentes o consumidores de un determinado bien. Esto implica que siempre hay efectos en la economía por esta alteración a los mercados que derivan en salidas de agentes económicos. Estas salidas redundan en una menor recaudación que las autoridades deben considerar.
Otro elemento importante a considerar es que los impuestos al “patrimonio” se aplican sobre, lo que yo llamo, “capitales muertos”, porque se aplican a una cantidad a una fecha determinada y no a un flujo. Así también, si el tributo se aplica en forma anual en varios periodos, terminarían por extinguir el patrimonio, si éste no se renueva o no crece.
Sin duda que la motivación del presidente Lula da Silva obedece a la necesidad de aumentar las arcas fiscales para contar con mayores recursos para lograr los fines sociales de Brasil y de todos los países que deseen adoptar este modelo, pero ese mismo objetivo puede ser logrado con el incremento de las economías, es decir, inyectando recursos a un país, permitiendo que haya más generación de riqueza abriendo mercados, aumentando la competencia y permitiendo que más contribuyentes sean considerados de altos patrimonios.
Eso todo eso que suena muy bien cuando es anunciado, pero tiene muchos detalles que es necesario considerar para evitar una frustración a la población que se espera beneficiar con la mayor recaudación de 6 mil millones de dólares que es teóricamente, difícil de lograr con la estructura de las propuestas tributarias planeadas.
Prof. Germán R. Pinto Perry
Director Programas de Especialización Tributaria
Centro de Investigación y Estudios NRC
Universidad de Santiago