La eficiencia fiscal es la clave

|

Germau0301n Pinto


Tal vez sea por el resultado de las elecciones del 7M que los políticos han cambiado el tono de sus discursos o han escuchado la opinión de distintos sectores que hemos señalado temas importantes para considerar en las políticas tributarias del país. Es así como la semana pasada, directivos de Chile Vamos enfatizaron al ministro de Hacienda que no resulta pertinente considerar aumentos de impuestos en una eventual nueva reforma tributaria, dado el actual contexto económico que estamos viviendo. Así también, pusieron énfasis en que se haga eficiente uso de los recursos fiscales por parte del Gobierno.


Esa idea ya ha sido planteada por distintas personas, en las cuales que me incluyo, pues en mi columna del 10 de abril (un mes después del fracaso de la reforma tributaria del 8 de marzo) titulada “La Eficiencia Estatal También Ayuda” señalaba el ahorro que significaría para las arcas fiscales bajar la planilla de remuneraciones evitando las nuevas contrataciones que informalmente se estimaban en 56 mil nuevas contrataciones que generarían un mayor gasto de 2 mil millones de dólares al año, es decir, dos puentes del Chacao. Señalaba en esa oportunidad que personas del Ministerio de Hacienda reconocían informalmente tal incremento y no lo desmentían.


Lamentablemente, nuevos ejemplos han surgido y hay más contrataciones que, sin desmerecer el aporte directo que realizan, existe una falta de equidad.


Es así como ha trascendido por información pública a través del portal de transparencia (lo que significa que no es desmentible ni una fake news) que los directivos que organizan los Juegos Panamericanos Santiago 2023 reciben entre 7 y 9 millones mensuales, en cambio los deportistas, que son los que representan a nuestro país, quienes realizan el trabajo que nos llena de gloria, quienes se han preparado por años, quienes portan la bandera, reciben 3 millones; si ganan una medalla, un millón más.


Claro está que el presupuesto total de los deportistas es mucho mayor que la sumatoria de las remuneraciones de los directivos, pero no es menos cierto que la imagen y la aplicación del principio de equidad que tanto analizamos en los Diálogos por un Pacto Fiscal en el cual participé en abril recién pasado, resulta por decirlo menos, cuestionable.


Pues bien, al parecer el ministro de Hacienda ha hecho eco de esta situación y nuevamente realizará una ronda de reuniones para dialogar una nueva propuesta reformulada, pues no volverá a considerar el proyecto fracasado. ¿Qué significa esta “reformulación”? no lo sé. Lo que más me preocupa es que los anuncios preliminares realizados anteriormente tienen características disímiles a los proyectos de ley que al final se presentan, pues el año pasado también se realizaron diálogos sociales, pero lo que se convirtió en el fallido proyecto de reforma tributaria, fueron las mismas premisas que desde la campaña presidencial se habían anunciado.


También se ha indicado que se realizará una convocatoria para una “discusión de fondo, ordenada, balanceada sobre el tema tributario, mirando no solo la parte tributaria, sino también lo que tiene que ver con las prioridades y necesidades del gasto público, y cuánto puede contribuir también el estado en términos de mayor transparencia y eficiencia en su gestión”.

No sé por qué se discute tanto en qué se ocuparán los fondos si todo ingreso fiscal ya está predestinado por ley: 70% gasto social y 30% burocracia. Insistir que la mayor recaudación es para ayudar a las mujeres que cuidan menores, ancianos o enfermos, para ayudar a los pensionados que reciben pensiones de miseria, para evitar las listas de esperas y otras necesidades palmarias, ya resulta auto flagelante. Lo que debe concentrar el debate es qué herramienta es la más eficiente, qué instrumento permite una recaudación que sea eficiente, es decir, que entregue los recursos suficientes para que el estado cumpla sus funciones y que no altere las actividades económicas, no realizando arbitrajes innecesarios como se constató este año cuando muchas sociedades de profesionales tuvieron que transformarse para no pagar IVA. También hay que evitar políticas que desincentiven proyectos de inversión, los que han caído un 30% este año, siendo la minería y la forestal la que más han menguado.


En este escenario, resulta alentadora que los políticos de Chile Vamos hayan puesto enfáticamente en el énfasis en la eficiencia fiscal, pues es una herramienta de la cual, por los ejemplos ya presentados, augura una fuente importante de recursos que pueden ser redestinados a las necesidades por todos conocidas, como también la elaboración de políticas de incentivos efectivos para los proyectos de inversión que son alicientes del progreso del país que deriva en una mayor recaudación futura.


Esperemos que la eficiencia fiscal sea un punto para tratar en los futuros diálogos que el ministerio de Hacienda vuelva, en una tercera instancia, a realizar con distintos actores interesados por el bien del país.


Prof. Germán R.Pinto Perry

Director Magíster en Planificación y Gestión Tributaria

Centro de Investigación y Estudios Tributarios NRC

Universidad de Santiago

europapress