Reforma tributaria y desarrollo

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Germau0301n PintoEl tema de la reforma tributaria no ha parado y el Ministerio de Hacienda está realizando los “Diálogos por un Pacto Tributario” para discutir el talante de una nueva iniciativa legal sobre la materia. Es en este ejercicio que considero oportuno insistir que lo primero a determinar, es si el sistema tributario buscará solo recaudación o será una herramienta para lograr el desarrollo del país.


Sobre lo mismo hay que entender que la recaudación y el desarrollo del país son, a su vez, herramientas para lograr una meta superior que es la satisfacción de las necesidades de la población, en otras palabras, lograr el bien común.


La discusión ahora viene a ponderar cual herramienta es más eficiente.

Si nos inclinamos por la recaudación, asumiremos que el Estado es la entidad más eficiente para lograr tales cometidos. De ser así, estamos en la situación un tanto complicada porque el Estado realizará notables acciones que serán financiadas por las mismas personas a quienes se les satisfarán sus necesidades, cayendo en la paradoja de dejar que otro se encargue de saciar las carencias propias.


El esquema anterior se sustenta en el principio que en un país hay suficientes recursos para toda la población y el Estado debe redistribuir, actuando como un moderno Robín Hood que quitará a los ricos para dar a los pobres, con la posible consecuencia futura de terminar haciendo pobres a todos los habitantes del país.


Así la situación, resulta más atendible la herramienta del desarrollo.


Señalo desarrollo y no crecimiento, porque el segundo es un instrumento para lograr lo primero. No podemos pensar solamente en crecer, pues el aumentar el PIB no es garante de cumplir el bien común, porque la evidencia empírica nos permite afirmar que el crecimiento no evita que aumente la brecha en la distribución del ingreso, ya que, pese a que el crecimiento hace más ricos, no impide que existan distorsiones que concentren la riqueza en algunas personas. Si bien lo anterior no significa que quienes han concentrado la riqueza lo han hecho explotando al resto de la población, es posible constatar una desigualdad que es natural al juego del libre mercado que permite que los económicamente más fuertes retrasen el crecimiento de los más débiles. ¿Cómo logramos que no existan esos desequilibrios? Con la acción del Estado. Ahora bien, esa acción no implica que se realice con recursos monetarios, sino a través de un sistema tributario que permita una progresión de la carga tributaria y una asignación eficiente de los recursos a través de incentivos y exenciones.


Habiendo hecho esa precisión, paso a exponer cómo debería ser la discusión en este diseño.


Si pensamos que un contribuyente tiene una renta de $ 1.000 y que ahora tributa 27%, colegimos que su tributación asciende a $ 270. Si deseamos diseñar un sistema tributario basado solamente en recaudación, podemos aumentar la tasa a un 30% para recaudar $ 300, logrando de esta forma aumentar las arcas fiscales en $30 que serán destinados a saciar a los más necesitados.


Pero la evidencia empírica nos dice que, al aumentar la tasa, la renta disminuirá porque no seremos competitivos y, además, porque el contribuyente puedes desincentivarse en producir lo mismo al ver menguada su rentabilidad. Es así que la renta futura bajará perfectamente en $ 100, con lo cual tendríamos una base de $ 900 que, a la tasa ya aumentada de 30% recaudará los mismos $ 270 que teníamos inicialmente, generando una tremenda frustración para las capas más necesitadas del país, porque el Estado no contará con el incremento en la recaudación.


Si adoptamos la herramienta concentrada en el desarrollo y postulamos una baja en la tasa a 25%, podemos pensar que habrá un estímulo de la renta para aumentar a, tal vez, $ 1.100. Si logramos tal incremento en el contribuyente, podremos aplicar la tasa menguada y recaudar $ 275. Ustedes estarán pensando que la recaudación en este escenario aumentó ridículamente en $5, lo cual es palmario si solo vemos las arcas fiscales, pero es esencialmente más eficiente ponderar que el contribuyente ahora es $95 más rico en relación con el primer escenario y, al ser más rico, tendrá más recursos propios para poder satisfacer sus necesidades particulares y dejar de presionar al Estado por estos motivos.


Es por todo el desarrollo anterior que considero más eficiente que la discusión en el diseño del nuevo sistema tributario no debe estar en cuánto aumentamos la tasa, sino cómo logramos que el contribuyente pase de una renta de $ 1.000 a una de $ 1.100 para que tanto él como el Estado, aumenten sus riquezas.


Prof. Germán R.Pinto Perry

Director Magíster en Planificación y Gestión Tributaria

Centro de Investigación y Estudios Tributarios NRC

Universidad de Santiago

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