No poner énfasis en la recaudación

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Germau0301n Pinto


Ya ha pasado una semana desde el rechazo de la idea de legislar del proyecto de reforma tributaria que el Gobierno presentó el año pasado, y que se pensaba que en un lapso de seis meses tendríamos una nueva forma de tributar. Pues no fue así, ni en el plazo ni en el resultado, dado que fueron más de seis meses de análisis, diálogo de sordos y estudios en la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputadas y Diputados, y al rechazar la idea de legislar, hay que esperar un año para volver a presentar un proyecto con las mismas medidas tan cuestionadas, a menos que se emprenda la titánica tarea de convencer a la mayoría de los senadores, proeza que nadie imagina poder realizar.


Hemos sido testigos de cómo el mismo sobrio, frío y calculador ministro de hacienda emitió declaraciones encendidas acusando a quienes festejaron su derrota, de ser evasores tributarios, connotación negativa que extendió hasta sus asesores. Además de tales lamentables declaraciones, se han sumado otras que han señalado ardorosamente que quienes se oponían al proyecto, han traicionado a los más necesitados del país, de quienes esperaban un aumento de sus pensiones, están en filas de espera para una atención médica o que han entorpecido el desarrollo de las pymes. También, aprovechando la conmemoración del 8M, se resaltó el carácter de igualdad de género que tenía el proyecto, pues permitiría ayudar a muchas mujeres que no tienen acceso a sala cuna.


Si bien todas esas necesidades son legítimamente reclamables y tienen que estar en las prioridades de las autoridades para prontamente experimentar su mitigación (y digo mitigar, porque las necesidades son ilimitadas y crecientes), no era la reforma tributaria la herramienta más eficiente para lograr tales objetivos sociales.


Ya he desarrollado este principio en otras columnas, pero siempre es bueno volver a insistir, pues sin duda que el discurso social resulta muy atractivo y obnubila la opinión de muchas personas, especialmente a quienes están esperando por tales soluciones. En virtud de esas esperanzas frustradas, es que resulta necesario insistir en el punto.


El pensar que la solución de las necesidades sociales se logra con el mero aumento de la recaudación, es una falacia que puede ser peligrosa, pues, dada su atractivo discurso, genera gran frustración al no poder cumplir con lo prometido. Insisto en este aspecto.


El alza de tasas, amplitud de bases, afectación de nuevas operaciones y otras estrategias que tenía contenido el proyecto fenecido, solo redundan en una mayor recaudación cuando no afecta el crecimiento del país. Es algo evidente que, si hoy producimos 100 y tributamos el 20%, si aumentamos la tasa a 30% y mantenemos la producción (en el mejor de los casos) habrá una mayor recaudación, pero también una menor rentabilidad. Esa menor rentabilidad deslucirá le producción y los empresarios cambiarán sus estrategias productivas. Esta respuesta hará peligrar la nueva recaudación que menguará con el correr de los años.


Otro escenario es el que estamos viviendo, pues si producimos 100 y tributamos 20%, y estamos en un proceso de recesión y de incremento de la inflación, lo más probable que la nueva tasa de 30% se aplicará a una base de 90, 80 o 70, pues por razones de la economía decreciente que estamos viviendo, tendremos una merma en la producción que no generará una mayor recaudación.


Lo anterior fue demostrado en el último tiempo, pues en octubre del año pasado se anunció una baja del 9,2% en la recaudación del IVA producto de la caída en el consumo y el aumento de la inflación, ambos síntomas y evidencia del proceso recesivo que estamos viviendo.


Esa tendencia a la baja en la recaudación siguió experimentándose hasta diciembre cuando disminuyó en un 17,4% en relación con el mismo mes del año pasado.


Este año tenemos el efecto del incremento de la base del IVA en los servicios que, en opinión de expertos, generará una baja en el consumo que incrementará la tendencia recesiva.


El mercado de capitales también se ve entorpecido por incrementos impositivos, aunque éste es heredero de las malas políticas fiscales del gobierno anterior. Es así como al año pasado, ex reguladores del mercado de capitales de nuestro país, señalaron que ese sector ya está debilitado por los retiros de los fondos de pensiones y ha tenido que enfrentar desde septiembre del año pasado la nueva tributación del 10% sobre el mayor valor en la enajenación de acciones, terminado con el tratamiento de ingreso no renta que tenía y que era un factor que motivaba este mercado que facilitaba el financiamiento de las empresas, como también daba dinamismo a ese mercado convirtiéndolo en un ejemplo para la región.


Todo lo anterior justifica y evidencia que no es correcto calificar de manera infamante a quienes se opusieron a tan mala herramienta, ni menos acusarlos ante los sectores más desposeídos como los causantes de sus males, porque tal herramienta frustrada no garantiza el acopio del suficiente nivel de recursos fiscales para solventar sus carencias.


¿Cómo se logra, entonces, tal meta? Con crecimiento. Si el país crece, es posible recaudar más. Así quedó demostrado a inicios de este mes, cuando SQM anunció que aportó al Fisco de más de 5 mil millones de dólares gracias al buen pie en que está la explotación del litio. Este incremento, que es el conjunto de varios pagos, no tan solo impuestos, es consecuencia de las proyecciones y crecimiento que ese mineral está experimentando gracias a las proyecciones que se obtienen de los futuros incrementos en la demanda de automóviles eléctricos.


¿Y qué estamos pensando para el litio? Un royalty…


Espero que el nuevo diálogo tributario que se está proyectando, se desarrolle sobre la base de antecedentes objetivos y de estrategias exitosas que realmente logren la mitigación de las necesidades sociales y no caer en un juego de política antojadiza que se mueve por impresiones y pasiones viscerales que hacen bailar las políticas públicas y que solo terminan perjudicando a todo nuestro país.


Prof. Germán R.Pinto Perry

Director Magíster en Planificación y Gestión Tributaria

Centro de Investigación y Estudios Tributarios

Universidad de Santiago

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