Sr. Director,
Cuando encontramos la tortuosa andanza de múltiples personas sin techo ni hogar en Chile, se encienden las alarmas de un tema pendiente en la agenda. El tratamiento integral de las personas en situación de calle requiere urgente un vuelco ágil en la gestión pública gubernamental.
Llega la noche y la ciudad se abre a la merced de pacientes clínicos no-tratados por ningún médico, psiquiatra o centro asistencial. Desde Cal y Canto vemos y escuchamos, día por medio, violaciones y asaltos entre estas mismas personas que deambulan por la oscuridad enfrentando la vida con el trauma por delante. La desprotección absoluta a la que se encuentran las y los sin techo, requiere de un análisis estratégico: ¿Cómo sanar a quien no desea ser tratado? ¿Y qué penas tan profundas arrastran que han alcanzado el despojo completo, hasta a veces de la propia dignidad? Vagar por el universo en libertad absoluta durante la noche es una estrategia, como pescador que recorre diferentes zonas, encontrando sus alimentos.
En ese sentido, la medicina oriental ofrece soluciones al problema de los dolores: con la acupuntura podemos acercar la calma a la mente y al cuerpo, reactivar los canales internos y permitir reconectar a través del tratamiento integral a estas y muchas más gentes. La consideración de esta medicina en el tema de las personas en situación de calle requiere que el Ministerio de Salud, Ministerio de Desarrollo Social y Ministerio de Obras Públicas coordinen un trabajo unitario en pos de consolidar tratamientos efectivos, en terreno, de las enfermedades de salud mental, física y energética de estas personas, mientras multiplicamos los espacios para acoger, proteger y atender bajo un techo que contenga a quien requiera de auxilio. En eso, las y los profesionales auxiliares de la salud, acupunturistas, gestores gubernamentales y comunicadores podemos seguir poniendo nuestro foco y energía, porque no basta con performar el triste espectáculo de despojar de sus bienes encontrados a quien ya ha sido despojado de la seguridad social. Es que acumulan objetos perdidos durante el día para construir el fuerte que les proteja por la noche. El desarraigo violento que está practicándose hoy multiplica la sensación de rabia, ira y concreta la desprotección a la que están sumidos, sin hacerse cargo del problema raíz y permitiendo que continúen en la vagancia eterna, repitiendo el ciclo una y otra vez.
La empatía, mente extendida, aplicada a quienes viven vagando nos lleva a entender que es válido y posible caminar eternamente, algunos llevan haciendo este rito décadas: caer inconsciente en la acera de tanto beber, e incluso parecer muerto de vez en cuando. ¿Qué hacer con la sed, la falta de agua, el hambre, la ropa, el dolor, la ira, la pena, el frío, el calor, el respeto? Respetar.
Es claro que al momento de entablar comunicación directa con estos pacientes, se transparentan las mentiras, contradicciones y artimañas para escapar del diálogo. Son casos difíciles de tratar, más merecen el esfuerzo que permita iniciar un camino de rehabilitación del corazón y los órganos afectados por el consumo de drogas. Son centenares de personas que se encuentran en el corazón de Santiago a toxificarse, o simplemente compartir la carencia en compañía.
Habiendo recursos, distribuyamos las monedas hacia ellas y ellos: tratamientos integrales, colaborando por atender el corazón doliente de estas personas de la ciudad viva que hoy se encuentra crítica y sin atención médica en terreno.
Mar Vilaplana López
Director Audiovisual