Hablar desde la macro, y andar en la micro

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Germau0301n PintoHace unas semanas fue publicada una entrevista del ex ministro de hacienda, don Ignacio Briones, donde manifestaba su apoyo a la norma que grava con IVA todos los servicios con el fin de recaudar más recursos para financiar la PGU, tal como lo hizo la Ley 21.420 y que he comentado profusamente estas últimas semanas.


Afirma el señor Briones que “disminuir exenciones me parece un camino de justicia y evitar el seguir gravando o sobrecargando a aquellas personas naturales o jurídicas que ya pagan impuestos”.


Así también afirmó que es imperioso “encontrar los recursos necesarios del caso” para poder financiar las futuras pensiones de muchas personas y por ello es necesario evitar “situaciones de privilegio en materia tributaria para ciertos grupos”.


Por otro lado, destacó que la “Comisión Valdés”, que fue la gestora de la ley que eliminó las exenciones, estaba formada por diversos economistas, incluso la actual subsecretaria de hacienda, señora Claudia Sanhueza, y que tuvo en consideración el trabajo de la OCDE y del FMI sobre esta materia.


Considero que estas afirmaciones vertidas en el medio de comunicación nacional son totalmente efectivas, pues desde la “macro economía” es posible considerar eficiente el hecho de tener pocas o casi ninguna exención, máxime si se trata de un impuesto tan amplio y que afecta a toda la población. Desde ese punto de vista, resulta totalmente atendible la valorización de la justicia que apela el ex ministro, que redunda en una debilidad en la equidad en la aplicación de una norma jurídica cuando existen “grupos privilegiados”. Finalmente, también coincido en el alto nivel que lucía la “Comisión Vergara” tanto en la formación como en la transversalidad de sus miembros, todos destacados economistas tanto mujeres como hombres, que opinaron desde sus propias experiencias, acervo y sobre la base del importante documento elaborado por la OCDE y el FMI ya mencionado.


Todo lo ante evidencia las excelentes opiniones vertidas, pero desde su dimensión macro, que resulta ciega a detalles que solo la mirada micro puede detectar.


Es así como la demanda de justicia que pretende lograr la igualdad y generalidad de hechos gravados, que hace eficiente al sistema tributario, desconoce las particularidades que la micro economía detecta, pues si bien es cierto que en otros países todos los servicios están gravados, en el nuestro existe una experiencia y una historia que genera verdaderos “derechos adquiridos” que la comunidad tiene internalizado como no afectos y el cambiar tal situación, genera desconcierto y redunda en una complejidad que solo perjudica las diarias operaciones. Sobre lo mismo, el hecho de maximizar la tributación del IVA a todos los servicios, desconoce la naturaleza intrínseca de algunas prestaciones que no tienen una gran cantidad de costos que también estén afectos con IVA que les permita a los contribuyentes aplicar el juego de crédito versus débito que hace eficiente este tributo en cadenas productivas. En otras palabras, resulta ineficiente aplicar un impuesto concebido para la cadena de producción de bienes materiales, a la prestación de servicios personales que tienen una distinta naturaleza económica.


Otra afirmación relativamente correcta es la señalada respecto de la necesidad de contar nuevos recursos haciendo gravar a “grupos privilegiados”. Esto, que puede nacer de una inspiración de Robín Hood modernos, tiene la gran debilidad de aplicarse a un impuesto regresivo como es el IVA, el cual afecta fuertemente a la población de menores recursos quienes no tienen una propensión marginal al ahorro que les permita amortiguar el incremento en los precios que ahora están gravados de acuerdo a las modificaciones introducidas en la legislación tributaria.


Sobre esto, me permito compartir una vivencia que tuve hace poco, y pido disculpas por lo personal que pueda parecer.

En esta semana, concurrí a una clínica deportiva para continuar con el tratamiento de kinesiología que estoy llevando desde mediados de diciembre del año pasado y que continuará hasta mediados de enero.


Erradamente, no cancelé las sesiones cuando comenzaron, en diciembre, cuando aún no aplicaba esta nueva tributación, sino que decidí pagar sesión por sesión.


Fue tal mi sorpresa cuando me percaté que las sesiones de enero habían sido incrementadas, no en un 19%, sino en un 20%. La causa: la aplicación del “nuevo IVA a los servicios”.


En ese momento recordé las declaraciones del ex ministro y me percaté que yo era de un grupo privilegiado. También me sentí afectado por la traslación de la mayor tributación que afecta al precio de la prestación, al consumidor final. Además, advertí que estaba aportando, con esta nueva restricción a mi liquidez, a financiar la PGU. A parte de todo lo anterior, sentí una tremenda frustración porque personifiqué la conducta que esta nueva legislación pretendía corregir, haciéndome reflexionar si realmente la prestación que estaba recibiendo, resultaba adecuada.


En el fondo de mi ser percibí que, en realidad, no estaba siendo un feliz contribuyente que aportaba con sus ingresos al bienestar común, sino que me sentí con un ciudadano afectado por una medida económica incorrecta, que tenía una buena concepción, pero su aplicación traslucía falencias y distorsiones que me estaban afectando, máxime si no las hubiera sufrido si hubiera pagado en diciembre. Por otro lado, aprecié la magnitud de la ampliación de la base del hecho gravado, lo que evidencia que sus efectos se verán en transacciones de diversa naturaleza.


Sin duda que el discurso del ex ministro Briones resulta correcto desde la macro, cuando se gesta desde los informes de la OCDE, del FMI, de la experiencia de expertos o desde la cúpula del poder, pero, ¡por Dios que duele, cuando andamos en la micro!


Prof. Germán R.Pinto Perry

Director del Magíster en Planificación y Gestión Tributaria

Centro de Investigación y Estudios NRC

Universidad de Santiago

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