¿Puede tener éxito un cartel del litio?

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Gonzalo islas

Revuelo causó la noticia difundida al parecer desde la Cancillería Argentina, de que ese país, junto a Bolivia y Chile, estarían elaborando un documento para promover una “OPEP del litio”, que pueda “acordar los precios y coordinar los flujos de producción”. La idea no es nueva, de hecho el gobierno argentino ya había propuesto algo similar en 2014, pero parece estar tomando fuerza actualmente en círculos políticos y comienza a ser analizada más seriamente en el mundo académico.

Las motivaciones son evidentes. Los tres países que conforman el denominado “triangulo del litio” (Argentina, Bolivia y Chile), representan actualmente un tercio de la producción mundial y más de un 60% de las reservas. Actuando en conjunto, podrían, en teoría, ejercer poder de mercado, manipulando el precio, tal como lo hace (o intenta hacer) el cartel de la OPEP en el caso del petróleo.

Sin embargo, la realidad nos muestra que estas iniciativas tienden a presentar múltiples problemas y que la OPEP es más bien una excepción a la regla. Recordemos que nuestro país lideró un fallido cartel de productores de cobre a fines de los años sesenta. Entonces ¿Qué posibilidades de éxito tendría un cartel del litio?

Existen una serie de características que lo hacen difícil de implementar. Un cartel exitoso requiere productores capaces de acordar cuotas y mantener sus compromisos en el tiempo. ¿Tendrán la disciplina los gobiernos para mantener sus cuotas de producción en escenarios de alzas de precios y con demandas sociales inmensas? ¿Cómo acordar cuotas cuando los procesos productivos, los niveles actuales de producción y los costos difieren entre países? ¿Cómo coordinar a los distintos actores privados que hoy ya participan en la producción en los distintos países? ¿Cómo evitar que los intentos de control de la oferta por parte de América Latina no sean respondidos por mayor inversión y producción en otras partes del mundo?

Asimismo, existen características específicas del mercado del litio que también representan un obstáculo para los esfuerzos de coordinación: un alto porcentaje de la producción se hace “a la medida” de cada cliente y la demanda está concentrada en pocos fabricantes de baterías de gran tamaño. Ambos elementos, como nos enseñan los textos de economía, dificultan coordinar y mantener acuerdos de mercado. Por otra parte ¿Podemos estar seguros de que el boom del litio es un fenómeno que se extenderá por varias décadas? La experiencia histórica nos muestra que el cambio tecnológico puede volver obsoletas a ciertas industrias, como ocurrió en el caso del salitre en Chile.

Como concluye el investigador David Mares en un estudio reciente: “Perseguir una estrategia basada en la idea de tener poder mercado para fijar el acceso a las reservas de litio en la región probablemente asegurará que América Latina se perderá de la demanda por litio en el corto y mediano plazo”.


Gonzalo Islas

Decano Facultad de Ingeniería y Negocios 

Universidad de Las Américas

europapress