Comunicación al servicio de la paz

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Nicolau0301s Ward Edwards

El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania no es más que una demostración de lo mermada que está el alma e integridad del ser humano. En los tiempos actuales, hombres y mujeres, solo trazan puentes de individualismo en su diario vivir y, cuando no, se utiliza la violencia grupal y armada para amedrentar al más débil o a quien posee el virtuosismo de hacer un mundo más justo y equitativo con real sentido social. Y no por un componente ideológico político, sino por convicción irrestricta de criterio de justicia. Sin matices. Tampoco con doble estándar.


Toby Ord, filósofo australiano, en su libro, “El Precipicio: riesgo existencial y futuro de la humanidad”, ilustra una frase célebre en uno de sus capítulos, que dice:


“No hay catástrofes que se presenten ante nosotros que no puedan evitarse; no hay nada que nos amenace con una destrucción inminente de tal manera que no podamos hacer nada al respecto.  Si nos comportamos racional y humanamente; si nos concentramos con empatía en los problemas que enfrenta toda la humanidad, en lugar de abocarnos con arrogancia en asuntos del siglo XIX como la seguridad nacional y el orgullo local; si reconocemos que el enemigo no es el prójimo, sino la miseria, la ignorancia y la fría indiferencia de la ley natural, entonces podremos resolver todos los problemas que se nos presentan. Podemos elegir, deliberadamente, no tener catástrofes en absoluto”.


La mayoría de las crisis mundiales, ocurren con mayor fuerza por factores latentes, en vez de generarse por elementos imprevistos. Por ello, somos los seres humanos, anclados a la responsabilidad social individual, los llamados a generar una paz social duradera y que sea capaz de unir lazos ante la naturaleza de la diferencia humana. Una etiqueta que, por cierto, es solo eso. Un constructo mental que solo divide entre pares.


Estos últimos seis meses (por la Guerra y otros conflictos), la comunicación no bastó. Fue derrotada. Me causa mucha tristeza. Sobre todo porque, la colaboración y el diálogo, se ausentaron en este conflicto que, hoy por hoy, impide un desarrollo global con integridad y que vaya en consonancia con el espíritu humano. La moral del más fuerte, debe ser derrotada por la bondad.


Urge que todos los actores sociales, ya sean políticos, empresarios y profesionales de organismos públicos, privados y de ONG, empiecen a utilizar la comunicación al servicio de la paz. Estar comprometidos con la realidad global, la verdad y la justicia, deben ser baluartes de nuestro diario vivir. Algo que, ciertamente, se ha perdido en los colegios, universidades y en trabajos de todo tipo. Incluso, en la convivencia diaria como ocurre en la vía pública entre peatones, ciclistas y automovilistas. Incluso, sin ir más lejos y sumidos en la realidad local, entre los bandos del Apruebo y el Rechazo.


No al discurso del odio


Sin ir más lejos, esa comunicación por la paz, que pretendo resaltar, se perdió en el entorno digital dominado por las redes sociales, donde predomina el discurso del odio y la desinformación, moldeando una opinión pública más agresiva e intolerante y que crea movimientos de masas dispuestos a alterar el orden público con falsos entornos.


No podemos escondernos en que el diálogo que comunica es capaz, por sí solo, de generar dinámicas de cooperación, negociación y fortalecimiento de acciones colectivas en lo público y lo privado. Debemos, a como dé lugar, utilizar el arte, la palabra, el discurso, la literatura, la pintura, el diálogo comunitario, la organización de tiempos y espacios, la información, la propaganda, la denuncia y la publicidad, para establecer una comunicación para la paz.



Solo así, podremos ver a la comunicación como mecanismo de transformación social, que supere el conflicto, que promueva la paz y el desarrollo humano.


Por Nicolás Ward Edwards

Periodista y Magíster en Dirección de Comunicación Corporativa


OBS Business School y Universitat de Barcelona


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