Presidente Boric y la dignidad del cargo

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En nuestro sistema político y democrático, la figura del presidente de la República representa el valor de la unidad, el diálogo, el respeto y la tolerancia. Su cargo evoca una imagen de rectitud dentro de la cual se subsume la probidad y la transparencia. Su conducta y actuaciones se encuentran bajo la permanente mirada de todo un país. Por esto, la dimensión moral del ejercicio del cargo es algo que se evalúa siempre, especialmente cuando se trata de ejercer el poder y la autoridad conferida por la Constitución y las leyes. Como administrador del poder, el presidente de la República debe someterse a una serie de normas que regulan su actuar, las que permiten que el ejercicio del poder se haga en un marco democrático, donde la responsabilidad y la observancia de estas juegan un rol fundamental.


En Chile, el presidente de la República debe abstenerse de ser partícipe de actividades que puedan ser consideradas reñidas con la ley o bien de aprovecharse de vacíos legales.


Citándose a J. Story, se debe proteger los intereses públicos contra el peligro u ofensa por el abuso del poder oficial, descuido del deber o conducta incompatible con la dignidad del cargo.


Todo lo expuesto son las expresiones escritas por Diputados del Frente Amplio al acusar constitucionalmente a un presidente de la República porque su conducta era incompatible con la dignidad que representa el cargo.


Conforme a estas mismas reflexiones, hoy en día, el presidente Boric está vulnerando la dignidad del cargo, no al ejercer su libertad de expresión, sino al estar permanentemente apoyando la opción “Apruebo”, dejando de lado la prescindencia exigida por el Contralor y su dictamen.


No habíamos visto un descaro tan grande por una opción eleccionaria en décadas y, de las muchas consecuencias, señalo tres. La pérdida del sentido de unidad que representa la figura de la Presidencia; en futuras elecciones democráticas, el próximo presidente en ejercicio, podrá hacer este mismo ejercicio, amparado en este negativo precedente. Finalmente, destruye la idea de reelección de gobernantes porque faltará siempre la prescindencia.


En este sentido, el verdadero y genuino Boric es el de primera vuelta y ha probado su doble estándar (ensayo-error). Ya no podrá pedirles a parte de los chilenos que le crean debido a su conducta acomodaticia a las circunstancias. Cuando puede imponer su visión ideológica, no le tiembla la voz, y, cuando no puede hacerlo, habla de transversalidad y sentido país. Téngase presente entonces que él es el autor de su derrotero por no cuidar la investidura del cargo. No está recomponiendo las relaciones entre los chilenos ni menos actuando con respeto a la dignidad del cargo. 


René Luis Núñez Ávila

Profesor de Derecho Procesal


Universidad de Chile


europapress