Tapar el sol con un dedo

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Luis Riveros

Se ha mencionado la intención de algunos Parlamentarios en orden a regular las plataformas comunicacionales, mencionándose expresamente a FACEBOOK e INSTAGRAM. No se ha sido específico en cuanto a señalar la profundidad que adquirirían tales regulaciones, pero ellas estarían inspiradas en la idea de restringir acceso a dichas plataformas por loables razones que se mencionan cotidianamente. En efecto, ..”todos los informes científicos demuestran como Facebook e Instagram afectan la salud mental y aprendizaje intelectual de niños y niñas. En Chile, los adolescentes pasan más de seis horas en las pantallas y le quitan el tiempo al estudio, a la lectura, a la interacción familiar, a la actividad física y, como son adictivas, aumenta la obesidad.” Fundamentos loables para un diagnóstico sobre una situación que ha venido creciendo en el tiempo, así como las negativas consecuencias que se mencionan.

La pregunta es si acaso una regulación, o un conjunto de ellas, serán suficientes para aminorar el negativo efecto de un uso indiscriminado de tales plataformas. Corea del Norte, se dice, decidió hace mucho restringir totalmente el acceso a internet por parte de su población, a efecto de controlar la “nociva intervención occidental”. Asimismo, se dice también que Cuba, en medio de una ola de protestas contra el régimen, también decidió cortar el acceso a internet para evitar la proliferación de noticias consideradas inconvenientes. También se dice, aunque no está así documentado, que China restringe ciertos accesos a redes sociales para evitar la proliferación de hechos noticiosos y divulgación de información considerada inconveniente. Por otra parte, y para ser justos, la preocupación que manifiestan los Parlamentarios también ha cundido en muchos países occidentales, aunque al parecer nunca se ha avanzado en la implementación de una regulación de cobertura significativa. En realidad, parece difícil una regulación efectiva sobre una materia tan compleja, a menos que sea un conjunto de medidas fuertemente coercitivas y de vasta generalidad. Aquí se entraría en contradicción contra los fundamentos de una democracia que debe defender la libertad de expresión y de conciencia, antes que promover una abierta coerción.

Existen varios factores que pueden limitar la acción regulatoria que, al menos a nivel de fundamentos generales, podría justificarse. En primer lugar, porque el avance tecnológico puede ir dejando atrás muchas de las medidas de una regulación “soft”, que obligaría a acudir más temprano que tarde al endurecimiento que en un principio se habría querido evitar. Y este es un tema central, que requiere la opinión de expertos en la materia tecnológica, y no sólo de quienes dominan el tema del punto de vista del derecho. Los avances impensados en materia de automatización e inteligencia artificial, por ejemplo, advierten sobre la posibilidad de que siempre la regulación vaya detrás de los hechos y transformaciones observadas. Otro factor que envuelve esta materia se refiere al organismo regulador y a los instrumentos de regulación. Esto requiere pensar en condiciones menudo no disponibles en los organismos públicos que el legislador pensaría diseñar para poner en práctica regulaciones que, con el paso del tiempo, se irán haciendo rígidas y pocos relevantes. Esto, por ejemplo, pone un límite a la intención de “regular las plataformas para que todas las personas tengan derecho a la privacidad de sus datos”, objetivos que ya están desafiados por el big data y la minería de datos, que se desarrolla y utiliza en variados ámbitos.

Parece ser más promisorio que se fortalezca la educación para que ésta sea efectivamente un atractivo capaz de desviar las mentes de jóvenes y niños de la atención que brindan a los contenidos de las plataformas. Aquí tienen la palabra los educadores: ¿cómo llevar a cabo una educación diseñada atractivamente, con contenidos cambiantes, con buena tecnología y que permita construir mentes útiles y personas integrales? Cualquier regulación se facilitaría si diseñamos alternativas atractivas, modernas y poderosamente constructivas en la educación que la sociedad provee a las nuevas generaciones, lo cual requiere invertir pero, por sobre todo, empoderar a los educadores para permanentemente diseñar esa innovadora educación. Más regulaciones per se no evitarán los problemas que proyectan el actual sistema y uso de las plataformas. Ojala que una discusión legislativa a este respecto esté dominada por buena información y el convencimiento de que necesitamos brindar atención efectiva a la formación de las nuevas generaciones.


Prof. Luis A. Riveros

europapress