2021 espejo de 1952

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Javier Fuenzalida

Miles de sorprendidos por los resultados de las elecciones del 15/16 de mayo. Una Una ola de análisis tratan de explicar el éxito o la derrota de tal o cual lista, partidos y candidatos, etc. Cientos de páginas de crónicas, entrevistas a votantes, a candidatos ganadores y perdedores, notas de prensa de todos los medios disponibles.

Lamentablemente, los historiadores con su ancha visión en el tiempo escasean y se echa de menos su apreciación de este terremoto políticos y que no es la primera vez que ocurre en nuestro país. Tal vez sea sorprendente para los votantes que nacieron después de los años 60, pero no lo es para los que vivimos una situación parecida en los años 50.

Hacia fines de esa década, después de tres gobiernos radicales, de Aguirre Cerda, Ríos y González Videla sobrevino una crisis política semejante a la actual. Desprestigio de los políticos y de los partidos políticos, de las instituciones, ejecutivo parlamento y judicial. Escándalos, corrupción, oportunismo, mediocridad, exhibicionismo.

De los años 50 recuerdo que para una elección los candidatos ofrecían a viva voz el apoyo de su presumible capital de votantes para ser parte de una lista a cambio de algo. Había cohecho, falsificación de votos, platas negras. Repartijas de puestos en la administración pública. Se premiaba con embajadas a políticos que metían la pata o se peleaban con sus dirigentes. El estado empresario construía hoteles que nunca se terminaron, hospitales cuya construcción tomó décadas, Fanaero, una fábrica de aviones que nunca vio salir un avión, transportes colectivos ineficientes, plantas mineras que trabajaban a pérdida, innumerables instituciones de crédito estatales que perdían y no recuperaban los préstamos, las famosas cajas (de crédito agraria, de crédito minero, de crédito industrial, de colonización agrícola…) fracaso de obras públicas (agua potable en Antofagasta, puerto de Constitución) empresas marítimas, de ferrocarriles, de transporte urbano que perdían dinero sin pudor, etc. Licitaciones oscuras de contratos de diferentes índoles.

El desarrollo económico era miserable y se sobrevivía con una hiper inflación, un sistema de previsión de “reparto” no reajustable con 600 normas legales que favorecían a la elite política (pensiones reajustables solo para algunos funcionarios públicos, perseguidoras que eran igual al del sueldo de equivalente activo, se inventaban años de imposiciones inexistentes, etc.)

Se aproximaba el fin del gobierno de González Videla y en tal escenario, se buscaba una nueva figura que barriera la podredumbre política y que arreglara la economía del país. Esa figura no se encontraba entre los líderes políticos del momento, Pero estaba patente la figura del General Carlos Ibáñez del Campo, figura dictatorial importante de los anárquicos años de 1924 a 1932 (congreso termal de 1930). Pero dadas las circunstancias era la única figura fuerte que podría sanear la política.

Ibáñez nunca fue un tribuno. Recuerdo un acto de su campaña en que sus dirigentes discursearon y al final anunciaron que hablaría el candidato quien dijo “mis antecesores en el uso de la palabra ya dijeron todo lo que había que decir así es que muchas gracias”. El pueblo estalló en aplausos, algunos decían “este viejo sí que es choro”. Sacó el 47% de los votos el 4 de septiembre de 1952. Su gabinete era un variopinto de todas las tendencias políticas que no lograban entenderse entre ellos.

Se aproximaba marzo de 1953 cuando se realizarían elecciones parlamentarias. Había dos partidos ibañistas, la Alianza Popular del Pueblo y la Federación Nacional de Fuerzas Ibañistas en un total de 29 partidos políticos. Lo de hoy se asemeja, hay 36 partidos políticos, ninguno alcanza a un tercio del parlamento. Los ibañistas de esa época, sin doctrinas, ideas ni programas fueron como la actual Lista del Pueblo o la Lista de Independientes No Neutrales o los Independientes Solos. Los politólogos actuales dirán que se alcanzó una sana “diversidad”. Pues bien, esa sana diversidad no logró controlar el congreso y de ahí en adelante, al igual que ahora, las leyes que se discutían y se aprobaban eran un muestrario resultante de componendas de todo tipo entre los parlamentarios.

La economía fue de mal en peor. Hizo crisis en 1955 cuando la inflación legó 84 %. Se contrató una misión en USA, Klein Sack, unos corredores de bolsa de ese país que salieron a subcontratar técnicos para mandar a Chile. Propusieron un plan que nunca se ejecutó en forma orgánica.

Hubo intentos golpistas “La Línea Recta” que, según algunos, era secretamente respaldada por Ibáñez.

Se aproximó el fin de su mandato y el país en medio de esta crisis buscó nuevamente una figura fuerte que ordenara la casa, Jorge Alessandri, quien había sido diputado, era senador por Santiago y su apellido era una fuerte capital por los recuerdos de su padre el León de Tarapacá, dos veces presidente y que al asumir su primer mandato marcó el inició de importantes reformas de tipo social.

Lo de la semana pasada es parecido. La elección de asambleístas para la reforma constitucional dejó KO a todos los partidos, de derecha, centro e izquierda y que al igual que los partidos ibañistas de 1953, surgió la Lista de Todos, formados por miles de NN sin ningún líder (¿Quiénes son? se preguntan muchos) y que, en opinión de los analistas políticos, no se sabe que ocurrirá. No se sabe quién presidirá la Asamblea Constituyente, no se sabe cómo sesionará, ni quien asumirá como secretario ejecutivo, ni cuántas comisiones, no hay reglamento, Lo único cierto es que se acomodarán mullidamente en la ex cámara de diputados y en el palacio Pereira y se echarán al bolsillo $ 2,5 millones mensuales.

Sin embargo, todo lo que se ha escrito, comentado desde todos los ángulos y visiones en estas semanas, recurriendo a todo tipo de silogismos, sofismos y falacias revelan un cúmulo de equívocos, porque sus autores se han pasado películas sin analizar a fondo los resultados globales sobre los temas que abordará la Asamblea.

El Servel aún no termina su pega. Su página web es un enredo en que no es fácil de examinar. Increíblemente, Wikipedia contiene información concisa y bien elaborada. Otra excepción ha sido la edición del sábado 22 de La Tercera que publicó “Tu Match Constituyentes “con preguntas sobre los temas más relevantes hechas directamente a más de 1.000 de los 1.400 candidatos. (no se incluyó a la lista de indígenas). Aunque no se informó sobre la metodología muestral, es mejor que los cientos de páginas, programas de radio, tv, WhatsApp, Twitter, Facebook, tik-tok y otros que han estado circulando y que con datos fragmentarios confunden más que aclarar lo que la asamblea constituyente producirá conformada por una maraña de 22 movimientos políticos y cientos de candidatos independientes.

Exel, esa planilla que irrita a muchos, hace posible esquematizar la publicación aludida sobre los siete temas básicos escogidos:

Cuadro JF

Este resumen destaca la alta coincidencia de opiniones en cuanto a la aceptación de lo inquirido. Es un buen síntoma de que la asamblea no será un sunami de opiniones muy diversas, extremas o exóticas sobre el contenido de la futura constitución.

A pesar de que este estudio no incluyó temas relacionados con los derechos de las personas, la alta proporción de coincidencia en asuntos institucionales sugiere que también debería producirse en cuanto a los derechos de las personas que se incorporarían a la nueva constitución, tales como propiedad, libertad de opinión, reunión, de asociación, rol del estado, recursos naturales de la nación, justicia, etc. que hoy ya existen en el artículo 19 de la actual constitución porque son inherentes a libertad y a una real democracia.

¿Cómo se resolverá la crisis? No hay ningún nuevo Carlos Ibáñez ni Alessandri, ningún líder carismático y fiables que aglutinen, entusiasmen y que muestre capacidad de reordenar y moralizar la política. Ese es el drama que estamos enfrentando. ¿Quién no sacará de este atolladero?


Javier Fuenzalida A.

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