​Tarifas eléctricas: más que bajar el costo, un consumo eficiente

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Luciano Cruz MLa estabilización o “congelamiento” de las tarifas eléctricas, ha sido una de las tantas medidas que ha implementado el gobierno luego del llamado “estallido social”.

La cuenta de la luz es un ítem importante en cada hogar, y lo seguirá siendo en forma creciente en una sociedad en donde ya el 99,5% de los hogares (100% prácticamente según el Banco Mundial ) cuenta con suministro eléctrico, y en que todos los ciudadanos acceden con mayor facilidad a productos y servicios que requieren de electricidad.

Ante la molestia ciudadana por el alza de las tarifas eléctricas en casi un 10%, tan solo un par de semanas antes del estallido social, el gobierno tomó cartas en el asunto, como ya lo había hecho previamente con los “medidores inteligentes”. Esta vez, lo hizo a través de una ley que implementa un sistema de estabilización o “congelamiento” de tarifas eléctricas.

En términos simples, a los consumidores se les ha pospuesto el pago del alza que debería haber tenido su cuenta de la luz hasta julio de 2023, o hasta que la diferencia acumulada entre lo cobrado a los consumidores y lo que se debería haber cobrado sin esta ley, alcance los USD 1.350 millones (monto que se podría alcanzar antes del 2023 por las mismas causas que la reciente alza que se está mitigando).

No ha sido una “rebaja” en la cuenta de la luz, sino que una “estabilización” de precios, ya que los consumidores de todas formas terminarán pagando el valor real que debería haber tenido su cuenta de la luz, el cual se irá distribuyendo en el tiempo en sus cuentas futuras hasta el año 2027.

Esto implica que, en los próximos años, cuando esperábamos ver una baja importante en las tarifas eléctricas conforme a los precios de la energía adjudicada en las licitaciones del 2014 al 2016, tal reducción se verá “amortiguada” en las cuentas de la luz porque llegará el momento de pagar los saldos generados por este mecanismo.

De cara a los consumidores finales, es un buen sistema, que permite paliar subidas abruptas en las tarifas por elementos tales como variaciones del dólar, del precio del petróleo, etc. Sin embargo, cuando alguien compra algo y recibe el beneficio de pagarlo a plazo (¡y sin interés!), al otro lado hay alguien que no está recibiendo de inmediato el precio de lo que ha vendido.

En este caso, el mecanismo de estabilización hace asumir esta carga a empresas generadoras, que tienen un precio pactado por la energía que se han comprometido a producir por los próximos años (por contratos adjudicados en licitaciones públicas). Es a estas empresas a quienes se les ha pospuesto (podría ser en hasta 7 años) el pago de parte del precio por un producto vendido, entregado y consumido.

Ciertamente esto afecta de manera grave a generadoras menos rentables, y en especial a aquellas que contrataron créditos (por ejemplo, para poder ser construidas o bien para desarrollar nuevos proyectos de generación) y que habían considerado ciertos ingresos conforme a contratos ya firmados, y que ahora no los recibirán en el plazo acordado.

Desde este punto de vista, hay una carga financiera que puede ser muy importante para estas generadoras y que conlleva varias implicancias entre las cuales destacamos (i) que este mecanismo de estabilización no es (ni ha pretendido serlo) una fórmula permanente o definitiva para bajar las cuentas de la luz; y (ii) que es necesario que la implementación de este mecanismo por parte de la autoridad (en este caso la Comisión Nacional de Energía), mirando experiencias pasadas (como la RM 88) permita que durante su vigencia las generadoras puedan ceder, factorizar, en fin, poder hacer uso de la cuenta o crédito que se les vaya acumulando por esa parte del precio de la energía que no se les pagará al contado, y así aminorar el impacto en sus ingresos.

¿Y qué hacemos para bajar la cuenta de la luz? Hoy tenemos un sistema fuertemente regulado, que hace competir a las generadoras para ser más eficientes y así producir y vender su energía al menor precio posible a través de licitaciones. La generación es por lejos el componente más importante de la tarifa eléctrica, la cual también incluye a la transmisión y distribución que son a su vez dos áreas también muy reguladas, con límites de rentabilidad, y en donde se promueve la inversión necesaria para asegurar que Chile siga avanzando en proveer prácticamente de electricidad a toda su población. Intervenir las tarifas no es una solución realista y que sea sostenible en el tiempo, queda poco por recortar ahí y sería un desincentivo para el necesario continuo desarrollo de todo nuestro sistema eléctrico.

Ya que estamos hablando de las cuentas de luz, invito a cambiar el foco. El problema no son las tarifas, sino que el consumo. Es ahí donde se pueden hacer mejoras considerables, propiciando un cambio cultural fomentando la eficiencia energética. Tal como se ha hecho con el reciclaje o el uso de las bolsas plásticas, acá hay espacio para medidas efectivas que pueden venir de cada cual individualmente, de la comunidad misma, y si es por parte de la autoridad, cuanto mejor.

Iniciativas como las difundidas por la Agencia Chilena de Eficiencia Energética van por el camino correcto. Tenemos el desafío de implementar un cambio cultural radical con respecto a nuestros hábitos de consumo eléctrico y energético en general. Iniciativas tan simples y sin costo alguno como aprovechar la luz natural, usar la lavadora solamente cuando la carga está llena, apagar las luces cuando se pueda y desenchufar los aparatos domésticos cuando están apagados, rebajarían considerablemente la cuenta de la luz.


Luciano Cruz M.

Abogado del estudio jurídico Arteaga Gorziglia

europapress