​Desde el Liceo acuático a los bingos

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Leonardo Moreno

Tras años de movilizaciones estudiantiles que pusieron una y otra vez en la agenda la necesidad de que el país esté a la altura de ofrecer una educación pública gratuita y de calidad, y en medio de la implementación de una gran reforma, volvemos a dudar como país. Ojalá sea solo el discurso y no las acciones. Al parecer se nos olvida que la cuna de la revolución pingüina, precursora de todo lo que vino después, fue el apodado "Liceo Acuático" de Lota. Un establecimiento que en 2006 hizo noticia por la precariedad de sus instalaciones y por sus alumnos que se lo tomaron para lograr estudiar con un mínimo de dignidad.

Ahora son las palabras del Ministro Varela respecto a las quejas de los apoderados por la infraestructura de los establecimientos las que han generado gran controversia en diversos sectores, no sólo por la forma. Finalmente, estos frames que instala la autoridad y que reproducen profusamente los medios, cuestionan la visión de la educación como un derecho progresivo donde los mismos estudiantes han sido protagonistas de su conquista.

Antes se pidió "disculpas" a los sostenedores privados por las dificultades de la implementación de la reforma, y ahora se plantea que si la infraestructura depende del nivel central, es prácticamente "asistencialismo". ¿Hasta qué punto las convicciones y responsabilidad de las autoridades pueden convivir con conquistas sociales o nociones popularmente validadas cuando éstas se contraponen?

En este caso la literalidad de las palabras denota mucho. Muestra una visión, deja ver una convicción y ese, es un problema mayor. En épocas dónde es cada vez más difícil desnatar la información que circula en los medios, la ciudadanía puede estar atenta o perderse, pero las autoridades no pueden perderse ni confundirse. Siempre están al filo de la verdad y la post verdad, en un escenario y con poderosos micrófonos.

Por otra parte, organizar un bingo es una bonita muestra de buena voluntad y organización, que ojalá siga existiendo porque es una tradición de muchas comunidades. Pero con bingos no se reemplaza la tarea del Estado. Los bingos, las rifas y cualquier actividad de participación social en pos de una causa, no tiene nada malo. Por el contrario, ojalá la sociedad chilena valorara más estas formas de participación. Pero son causas y participaciones que deben seguir siendo electivas, libres y espontáneas.

En educación, así como en salud y protección social, el Estado debe actuar, no ser una entidad pasiva ni subsidiaria. Debe moverse en el ámbito de medidas de acción afirmativas. En efecto, la educación es tarea de todos, la comunidad educativa debe involucrarse, sin embargo como sociedad hemos decidido que las condiciones materiales necesarias para lograr estándares de calidad, tienen un claro responsable último: el Estado. Los ciudadanos, las familias y los niños ya hacen su parte. Le toca a los mandatados, a la no poca burocracia nacional, a quienes ostentan el poder político, hacer la suya.

Arreglar la gotera de la sala, el piso del gimnasio puede ser una tarea autónoma de los servicios locales de educación, pero ello requiere mayor autonomía. Esa autonomía se logra con procesos de descentralización de recursos, deshaciendo trabas burocráticas, haciendo territorialmente pertinentes las políticas, redistribuyendo en serio el poder, y convocando a la ciudadanía a participar con las herramientas adecuadas. En suma, entender que está todo por hacer y ello es tarea de todos, por cierto; principalmente del Ministerio de Educación.


Leonardo Moreno

Fundación para la Superación de la Pobreza

europapress