Afortunadamente vivimos un largo período con un precio del petróleo por debajo de los 60 dólares el
barril, pero todo indica que esta bonanza para los consumidores de combustible fósil llegó a su fin.
En efecto, los costos de producción de la industria del fracking están aumentando
significativamente, tanto en sus costos operacionales como de insumos, donde la baja tasa de
desempleo en Estados Unidos está gatillando un alza de los salarios y mayores beneficios a sus
colaboradores, cuestión que se traduce en mayores precios de venta.
Es preciso recordar que la industria del petróleo del fracking permitió que el barril bajara de los
US$120 por barril, sumado a una caída en el crecimiento de la economía global. Ahora el
crecimiento de la economía está asociado a mayor consumo de todo insumo de energía y a un alza
sostenida en las tasas de interés. Si nos detenemos en este último punto, debemos mencionar que la
industria del petróleo de fracking está bastante endeudada a diferentes plazos y formas, razón por la
que todo incremento en las tasas de interés afecta directamente a la industria y encarece el costo
financiero, que se traslada al precio final del producto.
Paralelamente, la industria de fracking ha sido el gran factor para controlar el precio referencial de
petróleo de la Organización de Países Exportadores de Crudo (OPEC), pero dado el actual estado del
mercado en términos de demanda creciente y alza de las tasa de interés, el incremento del precio
del combustible más usado en el mundo es inevitable. Así, veremos que esta subida en el precio del
petróleo beneficiará a los países productores tradicionales, excluyendo a Venezuela, que enfrentará
sanciones comerciales por su actual situación política.
A Chile este mayor precio internacional del petróleo nos afecta por la vía directa del precio y por la
subida en la cotización del dólar. El alza de estos dos commodities tendrá impacto directo en los
costos operacionales del sector productivo, la energía y la gran minería del cobre. Afortunadamente,
la inflación en Chile está en el centro del rango meta para los próximos dos años, por lo cual no
veremos cambios en la tasa de política monetaria, pero el bolsillo de las personas se verá golpeado
por el costo del transporte, que sí o sí subirá.
Escucharemos voces pidiendo la reducción o eliminación del impuesto específico a los combustibles,
pero esas voces no podrán ser oídas porque el gobierno heredó un creciente déficit fiscal que limita
cualquier intento de apoyo directo o indirecto al bolsillo de los consumidores minorista de petróleo y
sus derivados. Nuestra postura no ha cambiado en el tiempo en relación a este impuesto que
debería ser para todos, no solo para los consumidores minoritarios, pero la realidad fiscal impedirá
cualquier medida paliativa frente a la inminente alza de los combustibles en sus diferentes formatos.
Finalmente, solo queda esperar que en la actual temporada de huracanes del hemisferio norte, que
terminará en noviembre, no afecte a la industria del fracking, a las refinadoras y a las plataformas
del Golfo de México, que solo presionaría con alzas más significativas en el precio del petróleo, solo
que esta vez dichas incrementos tendrán un componente más permanente que meramente
transitorio como ha sido hasta ahora.
En efecto, en los últimos años la temporada de huracanes ha empujado la subida del precio del
petróleo y sus derivados, pero el mercado ha cancelado esas alzas una vez superada la crisis
climática. Esta vez, dado el escenario alcista en el precio del petróleo, la transición de los precios a
la baja será más lenta que en ocasiones anteriores y muy flexible al alza frente a situaciones
geopolíticas en países productores de petróleo y particularmente a sanciones impuestas a países
productores como será el caso de Venezuela y otros países en otras latitudes, recordemos el caso
del conflicto de Rusia, pero este último evento geopolítico se postergará hasta una vez que haya pasado el
Mundial de la FIFA por razones obvias, pero es todavía un tema latente.
Franco Parisi, Ph.D. y Mauricio Lizana CEO Royal RealEstate