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Rodrigo Barcia |
Las sociedades que ceden frente a la fuerza ilegítima están condenadas a perder sus derechos y libertades. EL colectivismo, el fascismo, el marxismo, y nuestro populismo Latinoamericano, sólo pueden crecer en la medida en que no se les pone coto mediante una fuerza más grande que la que estos movimientos ejercen.
En la dicotomía entre la libertad y la igualdad, el imbécil se moverá negando una y centrándose únicamente en la otra.
En materia política a veces tendemos a confundir las cosas. La extrema izquierda ha posicionado dos ideas nocivas y ciertamente falsas que es necesario combatir.
El tipo de cambio comenzó una carrera al alza durante el comienzo de la actual crisis que ha sido frenado enérgicamente por el Ejecutivo. Ya van dos intervenciones en la banda sucia con una inyección, primero de 4.000 millones de dólares y, recientemente, con 20.000 millones de dólares. No se sabe hasta cuándo esta política puede frenar la depreciación del peso.
Los riesgos de la nueva constitución no son menores. Ello se debe básicamente a dos aspectos.
Fíjese en la ironía, el Estado en las tres grandes reformas sociales impulsadas los últimos años ha fracasado: transantiago, reformas a las cárceles y reforma universitaria; pero la solución que se proponen, desde los sectores populistas, es más Estado.
Una izquierda muy diferente es la izquierda socialdemócrata, que lideró la tercera ola, y que ha sido la que ha liderado varios ejecutivos en todo el mundo.