María José Gatica Bertín



María José Gatica Bertín

Es un hecho indiscutible que durante más de dos décadas la macrozona sur ha sido testigo de una serie de hechos de violencia, enmarcados dentro de la denominada “violencia rural”; “conflicto mapuche”; “tensión étnica” y otras denominaciones similares.

Este martes expuso ante la Comisión de Vivienda del Senado, el Contralor General de la República, Jorge Bermúdez, quien fue invitado para exponer la labor que está desarrollando el máximo ente fiscalizador, respecto de los traspasos de dineros desde el Estado a empresas particulares o Fundaciones de carácter privado, en específico el caso “convenios”.

La situación sanitaria que por estos días vive el país a raíz del incremento de las enfermedades respiratorias hace necesario tomar nuevas acciones que permitan cortar la cadena de contagios y con ello resguardar la salud de los sectores más susceptibles a estas infecciones, como son los niños menores de 5 años y los adultos mayores de 65 años.

El ataque terrorista que en la última semana afectó a un empresario de Panguipulli, nos demuestra penosamente en la indefensión en que están no sólo las empresas de mayor tamaño, sino que medianos y pequeños emprendedores, la ciudadanía que día a día se esfuerza para contribuir al desarrollo del país, aportando a la economía de cientos de familias.

Esta semana fuimos testigos de quizás una de las puestas en escena comunicacional más grande en lo que va de este gobierno, los graves acontecimientos ocurridos en materia de delincuencia; el asesinato de dos carabineros en cumplimiento de sus funciones obligó a la cámara de diputados primero y luego al senado legislar proyectos anti delincuencia que dormían en el congreso.

Estamos viviendo sin duda la peor crisis de seguridad de los últimos años. La muerte del cabo primero de carabineros Alex Salazar; el último funeral narco que paralizó Valparaíso con más de 15 establecimientos educacionales cerrados, son la muestra clara de ello.

Sumado a esto vemos, como la ideología tiene atrapados al presidente y sus ministros, que no pueden desconocer esta cruda realidad; pero tampoco renuncian a las banderas de lucha que levantaron en años anteriores.