Margarita Ducci



Margarita Ducci

La COP30 en Belém dejó de ser una aspiración para transformarse en el escenario donde se ponen a prueba nuestras promesas climáticas.

Belém, con altísimas temperaturas, rodeada por el verde inmenso de la Amazonía, se volvió de pronto el lugar donde todos miran. No porque suene exótico ni porque tenga uno de los ríos más grandes del mundo, sino porque ahí se juega una pregunta bastante simple y a la vez incómoda: ¿de qué futuro estamos hablando cuando hablamos de clima?


Más del 60% de los signos vitales del planeta muestran un deterioro alarmante, según el último informe “Estado del Clima 2025”. La ciencia advierte que la ventana para actuar se está cerrando, y que la inacción podría tener consecuencias irreversibles.


Representar a Pacto Global Chile en la Cumbre de Líderes, en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas, fue más que un honor: fue una confirmación de que el sector privado está llamado a jugar un rol decisivo en la transformación global. En un escenario marcado por conflictos armados, crisis climática, desigualdad creciente y la pérdida de confianza institucional, las empresas comprometidas con la sostenibilidad no sólo están respondiendo al llamado ético, sino también al estratégico.

A cinco años del plazo para alcanzar las metas de la Agenda 2030 la pregunta clave no es si llegaremos a cumplirlas, sino cómo vamos a acelerar las acciones concretas para lograrlo. Más aún cuando el informe de la ONU sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2025 revela que solo el 35% de las metas están en camino de alcanzarse o registran avances moderados. Asimismo, advierte que un 18% está retrocediendo.

Chile enfrenta una encrucijada existencial. Es que ocupar el puesto número 16 a nivel mundial entre los países con mayor estrés hídrico que utilizan al menos el 80% del agua disponible, no es sólo una estadística alarmante, es un llamado de urgencia que resuena en nuestros valles, ciudades y directorios.

A lo largo de estos años, la articulación promovida por Pacto Global de Naciones Unidas ha generado iniciativas empresariales que impactan positivamente en el entorno, pero han sido la convicción de las empresas y sus líderes lo que lo han hecho posible.

La reciente aprobación de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) 2025 por parte del Consejo de Ministros para la Sustentabilidad y el Cambio Climático, marca un hito en la trayectoria de Chile hacia la carbono neutralidad. Este compromiso no es sólo un mandato del Estado, sino una invitación a toda la sociedad a formar parte activa de una transformación profunda, transversal y urgente. Entre los actores clave de este nuevo ciclo de acción climática, el sector privado tiene una responsabilidad ineludible y un potencial transformador extraordinario.


Chile ha experimentado un avance significativo en el monitoreo de la calidad del aire en los últimos 20 años, impulsado por una mayor conciencia ambiental, nuevas normativas y la incorporación de tecnologías más sofisticadas. De hecho, el país ha invertido en la expansión y modernización de su red de estaciones de monitoreo y cuenta con el Sistema de Información Nacional de Calidad del Aire (SINCA), una plataforma del Ministerio del Medio Ambiente que proporciona datos en línea sobre contaminantes atmosféricos en diversas estaciones de monitoreo. Ello permite obtener el estado de la calidad del aire en tiempo real y tomar decisiones basadas en datos actualizados con información clave.

Los océanos son fundamentales para la vida en el planeta. Regulan el clima, ya que generan al menos el 50% del oxígeno que respiramos, absorben CO₂ y sustentan la biodiversidad marina. A ello se suma que son una parte esencial del ciclo del agua, influyendo en los patrones de lluvia y sequía a nivel global. A su vez, millones de personas dependen directamente de los océanos para su alimentación, empleo y sustento económico. Sin embargo, la contaminación, la sobreexplotación de recursos y el cambio climático están afectando gravemente no sólo al equilibrio medioambiental, sino también a las economías y a la seguridad alimentaria global.