Germán Pinto



Germán Pinto

Hemos sido testigos y actores de cómo las demandas sociales, que desde poco antes del año 2006 han sido llevadas a las calles a través marchas y protestas, no han sido escuchada y han estallado dejando una estela de destrucción y daños que han hecho pagar a justos por pecadores.

En varias oportunidades he pedido a las autoridades de nuestro país a través de estas columnas de opinión, que dejen de lado las discusiones políticas y que primen los argumentos técnicos en la tramitación del proyecto de ley de Modernización Tributaria, solicitud que no ha tenido eco en sus destinatarios, pues día a día siguen ventilándose en los medios de comunicación, argumentos ideológicos y políticos que convierten en una conversación de sordos esta importantísima iniciativa legal que se está tramitando en el Congreso. Si bien el proyecto no es lo que idealmente correcto, ayuda a mejorar problemas que la actual normativa tributaria tiene.

Uno de los diversos aspectos que tiene el proyecto de modernización tributaria que está siendo debatida en el Congreso es la creación de la “Defensoría del Contribuyente” que tiene por objeto velar por la protección de los derechos de los contribuyentes que hayan sido vulnerados por la acción del Servicio de Impuestos Internos (SII).

El Proyecto de modernización tributaria que se está debatiendo en el Congreso incluye disposiciones que modifican el actual tratamiento de los sueldos que se asignan los socios de las empresas y a sus cónyuges. Esta modificación al “sueldo empresarial” como se conoce, dice relación al hecho que en la actualidad se acepta como gastos necesario para producir la renta, la remuneración pagada al socio de sociedades de personas y al socio gestor de sociedades en comandita por acciones, como también las asignadas al empresario individual que efectiva y permanentemente trabaje en la empresa “hasta el monto que hubiera estado afecto a cotizaciones previsionales obligatorias” y que hayan sido afectadas con el Impuesto Único al Trabajo.

Las modificaciones a los criterios para ser aceptadas como gastos necesarios para producir la renta vinculadas a las remuneraciones es uno de los aspectos interesantes y positivos que trata esta iniciativa legal que está siendo discutida en el Congreso.



Casi resulta un juego de palabras el título de esta columna, pero los hechos me permiten jugar con letras y significado. Este fin de semana hemos visto como el Partido Socialista, P.S., ha dado una Pésima Señal, en boca de su presidente el senador Álvaro Elizalde, quien ha señalado que organizará a la oposición política del país para rechazar todas las reformas impulsadas por el Gobierno, especialmente la tributaria. 

El proyecto de Reforma Tributaria que está siendo estudiada en el Congreso tiene la virtud de incluir la posibilidad de que los contribuyentes puedan reconocer pérdidas y gastos por situaciones derivadas del cumplimiento de normas medioambientales.

Esta connotación tiene la virtud de permitir el debate para poder deducir determinadas partidas, valorando el criterio temporal, pues los efectos en la generación de renta, es decir, el potencial del gasto para producir un ingreso afecto a tributación, no será necesario que se evidencie en el mismo ejercicio en que se incurre en el gasto, sino que será posible verificarlo en los siguientes.

El proyecto de ley de reforma tributaria que salió de la Cámara de Diputados tiene aspectos muy particulares que evidencian que, desde agosto del año 2018, cuando comenzó este periplo legislativo, hasta agosto del presente año, se ha hablado mucho y se ha legislado poco, como también se ha debatido mínimamente y, lo más lamentable, no se han ventilado argumentos técnicos, tal como ya lo he señalado en otras columnas.

Resulta interesante analizar el tipo de “apoyo” que este partido, otrora baluarte de la clase media y válvula política que permitía morigerar las demandas de la izquierda y que lograba la apertura de la derecha hacia una mayor justicia social, y que hoy día nuevamente se muestra como esa bisagra que permitirá el acercamiento entre la “tributaria de derecha” y la “tributaria de izquierda” (parafraseando al senador Francisco Huenchumilla).