​El ferrocarril de carga: un actor relegado en la logística nacional

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Carlos Cruz



Uno de los modos de transporte más relegados en Chile es, sin duda, el ferrocarril de carga, especialmente en el tramo administrado por la Empresa de los Ferrocarriles del Estado (EFE) de La Calera al sur. Asumir el desarrollo de esta infraestructura es fundamental para el despliegue de los servicios logísticos que el país necesita para asegurar su competitividad a nivel mundial.


No se puede negar el esfuerzo que los últimos gobiernos han realizado para recuperar el rol que una vez ocupó el ferrocarril de pasajeros. Proyectos emblemáticos como el despliegue de trenes urbanos en Santiago, Valparaíso y el Biobío, junto con extensiones suburbanas, han materializado inversiones significativas. Ejemplos de esto son el recientemente inaugurado Puente Ferroviario en Concepción, el tren entre Santiago y Chillán, y las obras en curso entre Santiago, Melipilla y Batuco. Hay otros proyectos en fases previas que, de concretarse, permitirán que el transporte de pasajeros adquiera mayor relevancia, contribuyendo a la movilidad, la calidad de vida de los usuarios y descongestionando nuestras calles y carreteras. Las redes de pasajeros son extremadamente beneficiosas en zonas de alta densidad urbana o al intentar conectar localidades para aumentar la habitabilidad y resolver problemas de vivienda.


Sin embargo, una cosa muy diferente ocurre con el ferrocarril de carga. Este modo de transporte debiera significar un aporte aún más significativo a una menor congestión interurbana. Siendo Chile un país con una alta vocación exportadora de productos de grandes volúmenes, como los provenientes de la minería, la industria forestal y la agroalimentaria, el modo de transporte preferente debiera ser el tren.


El transporte de carga a través de ferrocarril es más eficiente, ambientalmente más amigable, menos riesgoso y debiera ser más económico desde el punto de vista social.


A pesar de sus evidentes ventajas, se privilegian las inversiones en trenes de pasajeros y no necesariamente en los de carga. Algunos sostienen que esta no es una opción económica, ya que las inversiones necesarias para desarrollar los servicios de carga son mucho menores que las requeridas para el transporte de pasajeros. Argumentan que sería una decisión política, al contar el tren de pasajeros con una altísima adhesión ciudadana, lo que contribuye con respaldo a los gobiernos de turno.


Debemos sostener que esa no es la mejor opción. El impacto de una buena red de carga debiera ser una contribución mucho más significativa para el desarrollo integral y sustentable del país y, por ende, al bienestar de nuestros habitantes.

Es imperativo aprovechar el impulso que se le ha dado al ferrocarril de pasajeros para extender la red de carga. Esto implica facilitar el acceso a los generadores-productores de nuestras exportaciones, a los puertos y a los receptores de nuestras importaciones, así como a las redes interportuarias. Este debiera ser un requisito para la nueva etapa que se abre con el advenimiento de una nueva administración.


De esta forma, el ferrocarril dejará de ser el modo peor evaluado en la cadena logística y contribuirá de forma efectiva al mejor posicionamiento de Chile en los mercados mundiales.


Carlos Cruz Lorenzen

Director ejecutivo

Consejo de Políticas de Infraestructura

europapress