Señales en COP30

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MARGARITA DUCCI 2025 3  (1)

La COP30 en Belém dejó de ser una aspiración para transformarse en el escenario donde se ponen a prueba nuestras promesas climáticas. Y los últimos días han dejado señales que no podemos ignorar, incluso más, son inquietantes. El primer punto de tensión es evidente; el debate global sigue atrapado en los combustibles fósiles, más aún, cuando varios estados cuya economía depende del petróleo, se han resistido fuertemente. Sin embargo, Chile se ha sumado a una coalición internacional de 24 países que lanzó la “Declaración de Belém para la Transición Fuera de los Combustibles Fósiles”, una señal política sin precedentes dentro de la COP30 ante la ausencia de referencias claras a la eliminación de petróleo, gas y carbón en el último borrador del texto negociado. La transición, por tanto, no es sólo un desafío tecnológico: es un pulso geopolítico. Y Belém se ha convertido en el lugar donde se verá si la ambición puede, por fin, traducirse en decisiones vinculantes.



A esto se suma un nudo que persiste año tras año: la financiación climática. Según diversos reportes internacionales, muchos países en desarrollo reclaman mayor transparencia y compromisos multianuales, especialmente en adaptación. Esa demanda es especialmente relevante para Chile: sabemos que reducir emisiones es indispensable, pero igual de urgente es proteger a quienes ya viven los impactos del cambio climático en su vida cotidiana. Otro elemento que tomó fuerza -quizás inesperada-, es la discusión sobre la integridad de la información climática. En Belém se presentó una declaración para combatir la desinformación y promover estándares robustos para la comunicación del cambio climático. Es un paso esencial. Chile debe mantenerse activo en este frente, porque sin información confiable no hay políticas públicas sostenibles ni ciudadanía empoderada.


La semana también dejó un episodio simbólicamente potente. Un incendio obligó a evacuar uno de los pabellones de negociación. Una interrupción que, más allá de lo impactante, funciona como metáfora inevitable; el fuego no sólo amenaza nuestros ecosistemas, también interrumpe el espacio donde intentamos acordar las decisiones que podrían protegerlos.


Ya de vuelta en Chile, surge una pregunta inevitable: ¿cómo aterrizamos estas dinámicas globales en acciones concretas? Nuestro país tiene capacidad tecnológica, talento y voluntad. Pero debemos enfrentar una ecuación compleja: si apoyamos el llamado global al fin progresivo de los fósiles, también necesitamos que los fondos para adaptación lleguen de manera oportuna, suficiente y predecible. Del mismo modo, debemos reforzar nuestras defensas frente a la desinformación. No basta con hablar de metas técnicas; la información que circula -desde los datos hasta el relato-, puede sostener o desestabilizar las políticas climáticas. La transparencia debe ser un principio y un estándar.


La COP30 no es un evento lejano ni un ejercicio diplomático más. Para Chile, es una oportunidad para alinearse con los países que quieren avanzar de verdad y para demostrar que la transición hacia el desarrollo sostenible no es un costo, es una inversión estratégica en bienestar, resiliencia y competitividad futura. La tarea ahora es simple en su formulación, pero exigente en la práctica: convertir las palabras en compromisos reales, robustos y justos. Sólo así podremos decir que, en Belém, no sólo tomamos nota del desafío, sino que decidimos enfrentarlo con decisión y convicción.


Margarita Ducci

Directora Ejecutiva Pacto Global Chile, ONU

europapress