​Mujeres en la Cima: Propósito, Mérito y Oportunidades

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Pia Bartolomé

Hace poco supimos de una chilena que asumirá un rol de gran relevancia, administrando la fortuna del padre de Jeff Bezos, uno de los hombres más ricos del mundo. Así, Valeria Alberola, estará a cargo de un importante family office que administra unos US$40 mil millones en la actualidad y que apunta a expandirse. Celebramos la noticia, no sólo por ser chilena, sino por ser mujer y competente.


Además, este año, a mediados de noviembre, en nuestro país tenemos elecciones presidenciales y parlamentarias, donde, entre los ocho candidatos que postulan a La Moneda, hay dos mujeres. ¡Nuevamente podríamos tener a una figura femenina en el cargo de gobierno más importante del país! Asombroso.


¿Por qué nos sorprenden tanto estos hechos? Porque no son lo habitual. Pero sabemos que los logros poco comunes, los extraordinarios -como la cúspide de una pirámide- son alcanzados por muy pocos, sin distinción de sexo. Ya sean cargos de alta responsabilidad o destacar en una disciplina específica, llegar a la “cima” exige una combinación excepcional de cualidades: esfuerzo, tesón, resiliencia, iniciativa, experiencia, práctica, creatividad y otras competencias claves. Y esto, siempre, sorprende.


Sumemos a estos hitos que este año se aprobó en Chile la ley que busca aumentar la participación femenina en los directorios. Sin duda, esta “presión legal” nos favorece y es positiva, pero no basta una legislación: debe haber personas dispuestas a asumir los desafíos que impone la normativa. Y no se trata de ejercer más presión a las mujeres, sino entregar un criterio de realidad.


Es evidente que la formación académica y la experiencia laboral juegan un papel clave, para que las mujeres tengan un rol cada vez más relevante en empresas tradicionales y familiares, o bien en cargos de poder. Pero no lo es todo. Por obvio que parezca, la motivación, el plan de vida y la ambición personal son elementos fundamentales. Casos como estos demuestran lo lejos que podemos llegar las mujeres cuando estamos comprometidas con nuestras metas profesionales, y tenemos la convicción de avanzar hacia cargos de más alta responsabilidad.


Entonces, no se trata de competir ni de demostrar, sino de avanzar hacia espacios que forman parte de nuestro propósito de vida: “Yo quiero estar ahí, porque lo he elegido”. Tal vez muchas mujeres no lo desean, y eso también debe respetarse. Pero si nuestra cultura fuera menos masculinizada, no necesitaríamos una ley para abrir esas puertas: simplemente estarían abiertas. Y entrarían por ellas las que quieren y se lo merecen. Por eso pienso: que no falten las oportunidades. Y si la ley las abre, que el mérito las honre.


María Pía Bartolomé

Gerente de proyectos de Proteus 




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