En el escenario actual, cuando la industria de la construcción se levanta de una de sus peores crisis, hablar de Seguridad y Salud Ocupacional ya no puede limitarse a estadísticas o normativas. Es momento de reconocer que la incertidumbre, tan intangible como poderosa, se ha transformado en un nuevo factor de riesgo laboral.
Según datos de la Suseso, durante el 2023, la construcción se ubicó en el cuarto lugar de las industrias con más tasa de accidentabilidad, superado por la manufacturera, agricultura y pesca, transporte y comunicaciones. Pero detrás de estos números, hay algo más profundo: el estrés generado por despidos, paralización de obras y cierre de empresas, también enferma. Cuando un trabajador no sabe si mañana tendrá empleo, su atención disminuye, su ánimo decae, y la posibilidad de sufrir un accidente aumenta.
Diversas experiencias exitosas en la industria demuestran que la seguridad no se construye solo elementos de protección, sino también con confianza, comunicación transparente y una cultura preventiva que integre el bienestar emocional. En contextos complejos como el estallido social o la pandemia, aquellas empresas que lograron anticiparse, escuchar activamente, marcaron una diferencia significativa en el cuidado de sus equipos y la continuidad operativa.
Hoy más que nunca, las empresas deben dejar atrás la reacción y pasar a la prevención integral. Medir el clima interno, fortalecer beneficios médicos y sociales, y unir esfuerzos entre Seguridad y Recursos Humanos ya no es un lujo: es una estrategia esencial. Porque cuando el trabajador se siente cuidado, toda la obra se vuelve más segura.
Daniel Flores - subgerente de Seguridad, Salud Ocupacional de Empresas Siena