Recuperar la esencia

|

Luis Riveros

La CORFO fue creada con el impulso de Pedro Aguirre Cerda, convencido su patrocinador de que el camino al desarrollo pasaba necesariamente por la industrialización del país. Una visión que correspondía a la época, cuando la tecnología aún no hacía su aparición determinante, y cuando por industria se entendía esencialmente a la manufactura y toda la línea de enlaces verticales y horizontales vinculados a su actividad. Ciertamente, este no era una idea suelta que esgrimía Pedro Aguirre ni sus contemporáneos asociados al proyecto, ni tampoco respondía a ningún argumento político determinado, sino solamente a una visión de país. La había generado en su tiempo de exilio en Europa, cuando observó allí el desarrollo de la agricultura (una industria por naturaleza) y la industria, tradicionalmente entendida. Escribió sendos libros sobre la naturaleza de los problemas en ambas industrias, basado en sus observaciones relativas a la realidad europea de esos años. O sea, don Pedro, profesor y abogado como era, dedicó sus tiempos de exilio a la investigación, recopilado material atingente al desarrollo que ambicionaba para el país. Su proyecto, por lo tanto. no estaba basado en un capricho, ni mucho menos en un convencimiento ideológico, sino en la legítima observación de una realidad más avanzada que daba paso, así, a un proyecto de singular importancia para Chile.


Muchas industrias se generaron a partir del proyecto coordinado y auspiciado por la CORFO. Industrias en el área siderúrgica, como también más tarde en el trasporte, las comunicaciones, la minería y en la generación de energía, lanzaron una parrilla de líneas que requirieron el compromiso financiero del Estado, ya que de ora forma posiblemente esas inversiones iniciales no habrían sido posibles. En aquello años primaba la teoría de la “industria naciente”, que retrataba muy bien las necesidades de ese esfuerzo productivo que requería recursos durante el período de tiempo en que la industria maduraba. Pero se trataba de una experiencia que, profundizaba su desarrollo y era capaz, posteriormente, de independizarse de la gestión estatal para adquirir autonomía y formas distintas de financiamiento, posiblemente incorporando a privados. Esta estrategia de desarrollo industrial dominó al Chile de los años 40 y 50, dificultados ellos por sucesivas guerras pero, posteriormente, por las dificultades económicas que llevaron a reiteradas crisis fiscales. Así y todo, la industria fue creciendo, adquirió bastante fuerza propia, siempre enarbolando su espíritu estatal y de propiedad pública que debía manejarse con responsabilidad en un espíritu de permanente cuenta pública. La CORFO y sus empresas fueron siempre manejadas con un espíritu de gran responsabilidad fiscal, aunque con el paso de los años mucho de esto se reblandeció y muchas empresas presentaron dificultades en su gestión y resultados producto de diversas circunstancias, sin olvidar las de una gestión defectuosa.


Hoy en día la empresa pública padece de múltiples males que se han ido haciendo sistémicos. Uno de ellos se origina en el nombramiento político de los directorios, sin que necesariamente existan las competencias profesionales para garantizar una gestión de excelencia orientada a resultados. Vemos como ENAP y Ferrocarriles, por ejemplo, presentan problemas de déficit que precisarían atenderse de manera estructural, puesto que reflejan, en gran medida, errores de diseño en las políticas de la empresa o, simplemente, fallas estructurales de mercado que ameritan transparentarse para así asumir el Estado el financiamiento que correspondieren, o adoptar las medidas estructurales que le parezcan apropiadas. El Estado tiene que contar con una gestión de excelencia en sus empresas, y no permitir que ocurran déficits ni se contraigan deudas poco menos que imposible de saldar. La situación de CODELCO necesita transparentarse para tomar decisiones puesto que es una base fundamental del financiamiento público, hoy día muy debilitado por un deficiente aporte. La idea fundacional de las empresas estatales es brindar resultados que permitan al Estado financiar sus otras prioridades, y no transformase en una objeto de subsidios que conllevan menos recursos para prioridades de fondo como es el gasto social.


Recuperar la esencia de la industria estatal es importante en estos días en que ella no puede transformase en un objeto de puro subsidio sin examinar las condiciones en que opera, especialmente del punto de vista de su gestión.


Prof. Luis A. Riveros

Universidad Central

europapress