Reforma Tributaria 2022, ¿Otro Transantiago?

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Germu00e1n Pinto


Puede resultar un tanto insolente el título que he escogido para mi columna de esta semana, al vincular el proyecto de reforma tributaria con un plan impopular que terminó por convertirse en un adjetivo de aquello que nace revolucionario, transformador y que termina siendo un gran fracaso.

Pues bien, mi analogía tiene fundamento y no es antojadiza.

El Transantiago fue un plan muy ambicioso que se implementó de una manera rápida, desoyendo la experiencia y la prudencia que debe considerarse cuando se desean realizar cambios radicales.

El diseño fue errado porque se consideraron realidades de otros países, como el Transmilenio de Bogotá que tenía el sistema de troncales y alimentadores. Además, creó vías exclusivas que no respondían al diseño de nuestras comunas. Es indudable lo errado de la distribución de las sendas por donde transitan los buses ubicados a la derecha de las calles, lo cual obstaculiza el viraje de los vehículos particulares. Esta particularidad evidencia un tremendo yerro en su implementación, que desconoce la realidad del flujo de los vehículos, es decir, desconoce la forma de conducir en nuestra capital.

Todo lo anterior es un ejemplo de un mal plan revolucionario, así como también está siendo el diseño de la reforma tributaria en discusión en el Congreso.

En efecto, el proyecto de Reforma Tributaria hacia un Pacto Fiscal por el Desarrollo y la Justicia Social tiene muy loable propósito, al igual que el Transantiago, pero se materializa en algo prosaico: aumentar la recaudación.

Resulta baja esa meta, porque su logro genera estragos en la economía que terminan haciendo infructuoso su cumplimiento, dado los profundos efectos que provoca en el mercado de capitales y en la economía en general, amén del hecho que asume que el país tendrá crecimiento sobre el cual será pertinente aplicar mayor recaudación, cayendo en el supuesto falso de que el crecimiento que experimentará la economía será de tal magnitud que el Estado podrá aumentar su recaudación con aumentos en la carga tributaria de los contribuyentes.

Mi aprehensión sobre la reforma no es antojadiza, pues también ha sido compartida por varios exreguladores del mercado de valores que han señalado que este proyecto asfixiará al mercado a través de la implementación conjunta de impuestos a las utilidades diferidas, a las ganancias de capital, a los inversionistas extranjeros y a la riqueza. Así también, el anunciado impuesto a las transacciones financieras plantea serias inquietudes y preocupación como la rémora que generará a la asignación eficiente de recursos que propende todo mercado.

Al igual que el Transantiago que tuvo el apoyo y patrocinio de organismos internacionales como el Banco Mundial, el proyecto de reforma tributaria está sustentado en informes que la OCDE ha preparado y, ahora, en los buenos ojos que el FMI ha puesto sobre este proyecto. Sin embargo, al igual que otrora, estos organismos ven la realidad desde lejos, aunque existan asesores nacionales que los nutren de datos empíricos y de estudios que sustentan los “consejos” sobre materia tributaria, pero que desoyen la realidad palmaria y evidente que los profesionales y organizaciones gremiales han hecho presente.

Debemos aprender de nuestros errores como país para no volver a caer en los mimos yerros. Así también, no debemos dejarnos encantar con cantos de sirenas que surgen desde posiciones doctrinarias e ideológicas que justifican el gravar a los altos patrimonios solo por el hecho de existir, mecanismo que han fracasado en otros países y que Chile no será la excepción.

Lo que más nos debe preocupar, es la apuesta realizada por la autoridad al señalar que la única forma de solucionar los problemas sociales es a través de proveer al Estado de ingentes cantidades de recursos monetarios, siendo estas necesidades, el fundamento y excusa que se han ventilado para justificar el incremento de la carga tributaria de las capas más pudientes de la sociedad, aunque la evidencia empírica señale lo contrario respecto a la efectividad de estas normas.

Es así como debemos evitar incurrir en los mismos errores ocurridos en la implementación del Transantiago al aplicar la reforma tributaria 2022, evitando aplicar mecanismos fracasados en otros países, como también en aumentar la carga tributaria de determinados sectores económicos de acuerdo con estudios parcelados y en cifras de cuestionada naturaleza, pues no sabemos a donde nos puede transportar esta nueva iniciativa legal, cuyos magros resultados solo redundarán en retroceso en los avances económicos, frustración de los sectores más necesitados y en la imposibilidad del crecimiento y desarrollo del país.


Prof. Germán R.Pinto Perry

Director Magíster en Planificación y Gestión Tributaria

Centro de Investigación y Estudios Tributarios

Universidad de Santiago

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