​Startups como parte de la solución a la crisis climática

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Daniel Vercelli

Mucho se habla de la necesidad de las empresas de incorporar un enfoque sustentable de sus operaciones, pero la conversación suele estar orientada hacia las grandes compañías y las transformaciones internas que deben llevar a cabo. Poco se dice de quienes tienen todo a su favor para concretar este desafío con éxito desde un principio: las startups, o empresas emergentes con alto potencial de crecimiento.

El emprendedor por naturaleza es quien observa el entorno e identifica desafíos, problemas y necesidades que constituyen una oportunidad de negocio, ya sea porque nadie lo había hecho antes; o porque puede hacerlo mejor, más rápido, más barato o con mayor alcance que las ofertas existentes. Eso está en el ADN del emprendimiento, que en su versión actual es a lo que aspiran cada vez más personas que -ayudadas por la tecnología y llevando sus herramientas, aplicaciones y desarrollo a veces más allá de los límites actuales-, crean y fundan las llamadas startups.

Las startups nacen para responder a una necesidad social y climática desde su core. Al estar compuestas por grupos más pequeños y cohesionados, tienen un enfoque de trabajo que les permite contar con más facilidades para surgir como espacios sustentables e implementar desde sus inicios medidas de carbono neutralidad que busquen reducir emisiones y lograr el cero neto. Esos principios los tienen incrustados en su ethos, es decir, en el espíritu que permea a determinado grupo, en el conjunto de hábitos, actitudes y valores que sustentan sus acciones.

De hecho, lo primero que debe hacer cada startup como parte de su ciclo de vida es desarrollar un Producto Mínimo Viable (MVP por sus siglas en inglés), es decir, la base que le permita obtener capital privado a través de distintas rondas de inversión para así escalar su negocio. Y es precisamente en esta etapa donde pueden considerarse principios sustentables que sean el cimiento de lo que pueda ocurrir a futuro desde dos aristas:

En el ámbito cultural, las startups tienen la oportunidad de crear su propia cultura y su propio ethos desde cero. No tienen que reformular principios vigentes desde hace años, simplemente pueden sumar objetivos sustentables a su rango de acción y ubicarlos al mismo nivel del crecimiento económico a corto, mediano y largo plazo.

Desde el punto de vista operacional, al estar desarrollando protocolos y mecanismos de trabajo desde la partida, cuentan con una “ventana” o dimensión que les permite agregar parámetros de reducción de impacto ambiental y sustentabilidad que a la larga, les pueden ser también útiles para atraer a inversionistas alineados con criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG).

Para una startup es posible soñar desde el día cero con contribuir a la meta de la carbono neutralidad, ya que al estar iniciándose desde una servilleta en blanco es más orgánico pensar en sus actividades desde cero y con conciencia del impacto de cada una de ellas, visualizándolas como actividades de creación de valor en más de un ámbito (el operativo o de negocio), incorporando siempre la mirada social y ambiental. La escala a nivel micro es para ellas una posibilidad de experimentación que genere experiencia y conocimiento, los que luego fluyen naturalmente como parte de la filosofía de la empresa cuando escalen a nivel macro.


Daniel Vercelli Baladrón, 

Socio y Managing Partner de Manuia, mentor y director de startups

europapress