Daniel Vercelli



Daniel Vercelli

La crisis de contaminación por plásticos es real y urgente. Hoy a nivel mundial se producen anualmente más de 430 millones de toneladas, dos tercios de las cuales son de vida corta, generando 230 millones de toneladas de basura, de las cuales 23 millones terminan en el medio ambiente (lo que equivale a casi 44 toneladas por minuto). Este escenario, derivado de nuestro estilo de vida, nos presenta un desafío que va más allá del hecho en sí, contribuyendo al cambio climático con un 3,4% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

El 10 de octubre es el Día de la Salud Mental, creado con el fin de aumentar la conciencia sobre este tema que puede afectar a todo tipo de personas, además de movilizar esfuerzos en torno a un mayor acceso a tratamientos, siempre pensando en el bienestar humano integral.


En materia de crisis climática, cada vez son más evidentes los daños que la acción humana ha generado sobre el planeta. Lo vemos día a día en un aumento progresivo de las altas temperaturas, deshielos, sequías, inundaciones y muchos otros fenómenos que han alterado nuestro entorno. Está claro que los costos y efectos son progresivos y que si no hacemos algo al respecto, en las próximas décadas éstos sólo seguirán creciendo. 

A propósito de la conmemoración del pasado 8 de marzo y el Mes de la Mujer, en esta columna me gustaría abordar un aspecto del que no se habla mucho, pero que tiene enormes efectos en la vida diaria.

Estas son esas semanas en que aún estamos en modo balance 2022 y al mismo tiempo, kick off o punto de partida 2023, para entender mejor qué ha significado el último periodo y qué hemos aprendido de estos años que han sido especialmente distintos, y también por supuesto, proyectarnos hacia adelante. 

Aumento de las temperaturas mínimas y máximas en distintas partes del mundo, sequías, disminución de las producciones agrícolas producto de las condiciones del suelo, deshielos de glaciares. etc. Estamos viviendo la primera década donde evidenciamos en la práctica el impacto que está teniendo el cambio climático en el planeta y en los próximos años, este fenómeno seguirá incrementándose. Incluso ahora, en zonas que estaban algo ‘eximidas’ o inmunes a estos cambios, se están notando los efectos del daño medioambiental.

“Más de la mitad de los directorios en Chile no cuentan con conocimientos en materias ESG”. Ese fue el título de una nota publicada en la prensa hace algunos días, la que a su vez está basada en un estudio realizado por la Universidad de Los Andes que muestra, por un lado, la importancia de incluir criterios ESG (environmental, social and governance en inglés) en las empresas, y por otro, el retraso que existe aún en la práctica, donde un 52,8% de los directorios de las empresas encuestadas declaran una falta de 'experiencia práctica en su implementación', la que además consideran como 'un área relativamente confusa'.

Hace algunas semanas el presidente Gabriel Boric suscribió un proyecto de adhesión al Acuerdo de Escazú, el cual fue aprobado por la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados a principios de mayo. Hablamos de un tratado internacional ratificado por 24 países de América Latina y el Caribe que busca garantizar el acceso a los derechos medioambientales y proteger la biodiversidad en tiempos de emergencia.

Las prioridades cambiaron y los jóvenes de hoy ya no valoran de la misma manera los atributos que en el pasado sí eran importantes a la hora de enfrentarse a los primeros empleos. Esto es una demostración de cómo los tiempos y la sociedad ha evolucionado.

En un mundo donde la crisis climática no da tregua, las temperaturas aumentan y no todos toman el peso de las consecuencias que esto puede traer para nuestra subsistencia, el rol de las grandes empresas es vital para generar cambios. Y dentro de ellas, el sector energético juega un papel clave en la transición del modelo económico actual hacia una economía sostenible.