Futura recaudación cuestionada

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Germu00e1n Pinto


Hemos podido apreciar que todos los programas económicos de los candidatos presidenciales se preocupan de las ingentes cantidades de dinero que es menester considerar para solucionar las necesidades sociales que son demandadas por la población.

Para lograr tales cantidades de recursos, todos, menos uno, proponen alzas de impuestos para lograr una mayor recaudación. Es más, algunos candidatos se han puesto la meta de llevar la recaudación fiscal a 8 puntos de PIB, como si la recaudación fuera el fin y no el medio para la satisfacción de las necesidades de la población, dando la idea que los problemas se remediarán automáticamente con el aumento de las arcas fiscales.

Por otro lado, han surgidos las críticas a los programas liberales porque han propuesto precisamente lo contrario, al disminuir la carga tributaria de las empresas como herramienta para aumentar la recaudación a través del incremento en la productividad de ellas, al tener menos costos asociados a sus actividades.

Así, surge el dilema en lograr la solución de las necesidades sociales a través del aumento de la recaudación fiscal o a través de la mayor riqueza de los agentes económicos.

En mi opinión, las posturas no son tan dicotómicas, sino que tienen distintos parámetros que no son oponibles, pues la mayor recaudación a través del incremento en la carga tributaria solo tiene efectos positivos si las empresas son más ricas y tienen mayores ingresos. Es por lo anterior que, para garantizar una mayor recaudación, es imperioso que las empresas vendan más, es decir, haya crecimiento que permita, al final del camino, un desarrollo sostenido para el país. De esta forma podemos afirmar que la mayor recaudación no se logra solo con el aumento de las tasas de los impuestos, sino con el incremento en la actividad económica.

Así lo pudimos apreciar con la reforma tributaria de los años 2014-2016 que no logró el nivel de recaudación que tenía proyectado, el cual estaba sustentado en el aumento de las tasas y en la eliminación en algunas empresas de la integración del impuesto de Primera Categoría con los impuestos finales que afectan a sus dueños. Esto es un claro ejemplo de como una mayor carga tributaria desincentiva la producción, evidenciando que la mayor recaudación no se logra con el aumento nominal de las tasas tributarias.

Fundamento lo anterior, además, con lo informado hace poco por la Dirección de Presupuestos que señaló que el mayor crecimiento del PIB en este año generó el incremento de los ingresos fiscales en un 35,4% real anual.

Ahora bien, este incremento no es orgánico, sino estacional y, aunque nos duela, muy débil y no será sostenido en el tiempo. Así lo proyectó el informe de JP Morgan que anunció una recesión para nuestro país para el primer semestre del próximo año, evidenciando la debilidad de nuestra economía y lo frágil que pueden ser las alentadoras cifras que se han ventilado en las últimas semanas.

Esta debilidad en la economía se ve afectada, además de otros factores como son la falta de expectativas y por la inestabilidad política que aprecian los empresarios, tal como lo evidenció la encuesta que realizó el Banco Central que arrojó que el 70% de los encuestados manifestaron que no realizarán inversiones el próximo año, vaticinando una menor actividad económica para los años futuros.

De esta forma, podemos apreciar que las propuestas de los candidatos están sustentas en principios cuestionables, pues no es cierto que puedan solucionar todo lo demandado con el solo incremento de la carga tributaria, pues los impuestos no son un fin, sino un medio. Por otro lado, sustentar la mayor recaudación fiscal a través del crecimiento, no resulta seguro al no tener a los empresarios confiados en el futuro del país, dado los cambios en las reglas de juego que se han evidenciado en la Convención Constituyente, en el ambiente de violencia que se vive en la Región de la Araucanía, los desordenes que vemos todos los viernes (sin entrar a ponderar sus motivos) y que han dañado fuertemente al comercio de las MiPymes, como también en los efectos en las tasas de interés y la inflación producto de los retiros de los fondos de pensiones que han hipotecado las jubilaciones de los futuros pensionados, como también debilitado el capital para invertir de los inversionistas institucionales.

Todo lo anterior hace dudar sobre el futuro económico de nuestro país, amén del hecho que existen muchas variables y factores que están en juego.

Solo queda ponderar qué tan efectivo pueden ser los escenarios futuros que se proyectan según el horizonte político que estamos vislumbrando, considerando qué medida puede ser más efectiva o menos ineficiente ante tal panorama.


Prof. Germán R.Pinto Perry

Director Magister en Planificación y Gestión Tributaria

Universidad de Santiago

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