¿Cuán creíble es la crítica de Boric al nacismo?

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Rodrigo Barcia (1)

En estos días se ha condenado una publicación del mercurio sobre el nazi, Hermann Göring. Lo curioso es que el candidato Gabriel Boric condenara dicha publicación. Es extraño porque las similitudes entre el nazismo y el fascismo, por una parte, y el comunismo, por la otra, son evidentes. No se puede olvidar que los principales partidos de “Chile Digno”, son el Frente Amplio y el Partido Comunista. En Chile el Partido Comunista ha tenido la habilidad de presentarse como un paladín de los derechos humanos. Cosa muy extraña por decirlo suavemente. Pero ya va el momento de revisar esta peregrina teoría.


Lo primero que se debe recalcar es que el comunismo y el nacionalsocialismo no siempre estuvieron enfrentados. De hecho, las bases del nacionalsocialismo se sustentan precisamente en el comunismo. Aunque las bases estratégicas de ambas ideologías se pueden remontar a los protocolos de Sión del Zar Nicolás II. La inteligencia rusa del Zar Nicolás II creó  la mentira de los famosos protocolos de Sion. Dichos protocoles develaban una supuesta confabulación judía para dominar el mundo. Esta idea de levantar a un enemigo para aglutinar al pueblo y generar adhesión no era para nada original, ya se había aplicado en la historia en la mayoría de las veces utilizando para ello al noble pueblo judío. En el caso de los nazis el enemigo aglutinador eran los judíos y el capitalismo internacional, en el caso de los comunistas era el capitalismo, y luego la burguesía.  Pero el paralelismo no termina ahí. Mussolini el creador de la ideología fascista, ex miembro del partido socialista italiano, estructuró el sistema de represión fascista, que luego inspiraría a las terribles SS nazi (Schutzstaffel). Pues bien, el sistema de inteligencia y represión fascistas estaba inspirado nada menos que en el sistema instaurado por Lenin en Rusia.  La CHEKA (comisión extraordinaria panrusa), el antecede de la KGB, fue la inspiración de las SS. Tampoco se puede dejar de lado el manejo de la propaganda, centrada en un “líder mesiánico”, ni el sistema de propaganda, ni la ingeniería social, que justificaría la destrucción de pueblos enteros. Todo esto es compartido por ambas ideologías. La cercanía entre ambas era tal que no es posible olvidar que en 1939, la Unión Soviética y la Alemania nazi firmaron el Pacto Molotov-Ribbentrop y el Tratado de Amistad y Demarcación nazi-soviético. Estos pactos de alianza darían lugar a la invasión conjunta por parte de estos “aliados” a Polonia. De hecho, la invasión del régimen nazi a la URSS tomaría totalmente desprevenido a Stalin, que se quejaría amargamente por la traición de su “aliado”.  Las razones de Hitler para atacar a la URRSS no sólo eran estratégicas, sino culturales, pero no eran ideológicas. Ahora bien, en materia de horrores estas ideologías compiten codo a codo.  Es sabido los horrores del nacismo, pero el comunismo tiene millones de muertos a su haber, Pol Pot en Camboya, Mao en China (la reforma cultural), Stalin (Katyn), y un largo etcétera. Por ello no es de extrañar que el Parlamento Europea cada cierto tiempo condene al comunismo, como lo hizo recientemente mediante la resolución 2019/2819 RSP. A ello se suma que este partido esta prohíbo en algunos países europeos (una sentencia del Tribunal constitucional alemán de 1956 lo prohibió). Curiosamente Alemania fue el país de referencia del candidato comunista, Jadue, en los debates presidenciales. 


Este largo rodeo evidencia lo poco creíbles de las críticas de Boric contra la publicación del mercurio. Sería muy positivo que el candidato y los partidos de “Chile Digno” condenasen las terribles violaciones a los Derecho Humanos, que han generado los partidos comunistas en la actualidad y a través de la historia, pero claro ello no sucederá desde que equivaldría a condonarse ellos mismos.  


Rodrigo Barcia Lehmann.


Abogado, doctor en Derecho y magister en Economía.


europapress