Una señal peligrosa

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Luis Riveros

Se ha desdeñado el problema que constituye la creciente abstención en los procesos electorales que hemos sobrellevado los chilenos. En efecto, sólo se ha discutido y reseñado bastante sobre los problemas que representan las distintas alianzas y los apoyos cruzados que las mismas han ejercido, pero no el fenómeno de la abstención. Es curioso, en este marco de discusión, en medio de cambios de denominaciones de los distintos conglomerados, como si todos ellos se avergonzaran de su pasado, fue la Concertación la que obtuvo un más significativo apoyo. Ello lo logró con apoyo de la derecha, como ha resultado evidente en el caso de la Gobernación Metropolitana, pero indicado también en otras regiones del país. La izquierda no obtuvo lo que quería, denotando también ciertos quiebres al interior de algunos de sus vertientes electorales. Fue claramente la derecha la derrotada, especialmente Renovación Nacional, lo cual dará lugar a muchos giros y posibles enmiendas en las orientaciones y direcciones existentes. Es decir, los resultados han marcado el inicio de un necesario proceso de reflexión que la políticas chilena debe emprender, esto en cuanto a la necesidad de discutir las orientaciones programáticas y propuestas ante el país. La cuestión es si acaso tal reflexión se centra en los temas de fondo que afectan a la política, o solamente se hará con respecto a los aspectos puramente electorales.

Toda esa discusión ha sido planteada a través de un verdadero vendaval de declaraciones formuladas por líderes de las distintas tendencias, siempre sólo teniendo en vista las próximas elecciones presidenciales. Muchas de tales declaraciones constituyen verdaderas amenazas contra distintos objetivos: los adversarios políticos, las instituciones de la república, las bases del hacer productivo nacional, el ahorro existente en los fondos de pensiones, etc. Con ello se ha logrado crear un ambiente de enorme fragilidad en materia económica y en cuanto a la estabilidad institucional que necesita el país para poder salir adelante. Muchos se olvidan que el crecimiento que debe experimentar el país es fundamental para introducir cambios positivos en materia de empleo, remuneraciones y distribución del ingreso, las cosas que más debiesen importar a los distintos liderazgos políticos. Discusiones, en general, con poco contenido trascendental, que aborden con decisión las inquietudes ciudadanas, por mucho tiempo desatendidas en medio de un quehacer político a veces intenso, pero que ´parece no atacar con decisión las demandas tan notoriamente expresadas en las manifestaciones del año 2019.

Parece caber poca duda respecto a que este transcurrir político, frente a una ciudadanía que vive en medio de gran incertidumbre, reduce la credibilidad en el sistema y en los actores políticos. Ese es un importante tema a analizar, si efectivamente los partidos fueran entes que dedican tiempo al análisis y al diseño de las mejores respuestas ante las demandas ciudadanas. Parece claramente no ser el caso: el análisis de los políticos gira puramente en torno a estrategias electorales y postulaciones a diversos cargos. Nada se ha escuchado sobre un giro en atención a las demandas ciudadanas que no están siendo interpretadas. A lo más, el análisis ha reiterado la necesidad del voto obligatorio, como si ello fuera la solución a la desvinculación de los políticos con la gente. La abstención en la última elección de gobernadores (un cargo aparentemente cercano a la gente y sus problemas) alcanzó a un 80%, es decir aún mayor al 60% que alcanzó en la elección de la Asamblea Constituyente. Es decir, los elegidos lo han obtenido disputando un 20% del electorado; su representación es bajísima y no está a la altura del cargo que ejercerán. Existe aquí un debilitamiento del poder asociado al ejercicio de los cargos públicos, no sólo a su representatividad electoral, y así contribuye a debilitar aún más las instituciones de la república.

La ciudadanía ha dado una señal al mundo político que reviste peligrosidad. Se le ha dicho que no se siente representada en los clubes electorales denominados partidos y movimientos. Con ello se le ha dicho también, que está ocurriendo un desmoronamiento de la institucionalidad tradicional, y que la ciudadanía aspira a un cambio profundo en el hacer político y la representatividad que aspira a tener el ejercicio de las tareas públicas. El desapego ciudadano no se mejorará sólo haciendo obligatorio el voto (que por cierto debería serlo), sino cambiando la forma de hacer política, mirando más de frente las demandas ciudadanas. Las protestas no sólo se dirigen al Poder Ejecutivo, sino a todo el Estado chileno y sus tres Poderes, porque en su actuar nunca han atendido con prioridad el escenario de aspiraciones de la gente. La protesta continuará por falta de una respuesta consistente y de un cambio de rumbo significativo. 


Prof. Luis A. Riveros

europapress