Estudiantes MARMICOC

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Javier Fuenzalida AEn los años 60 se produjo una falta de profesores para la enseñanza básica y media. Una de las razones, era poco atractivo estudiar pedagogía dado el bajo nivel de las remuneraciones que percibían los docentes en comparación con otros profesionales. Muchas escuelas y colegios tuvieron que recurrir a otros profesionales. Abogados hacían clases de educación cívica, ingenieros enseñaban química, física y matemáticas, médicos lo hacían en biología, artistas enseñaban música y artes plásticas, atletas en gimnasia, etc. Etc.


Algunos profesionales llevaban años dedicados a la docencia par time. El estado debió enfrentar esta situación anómala organizando cursos de pedagogía para estos profesionales. A los nuevos docentes se les llamó “profesores marmicoc” por analogía con las hoyas a presión de esa marca que permitían el cocimiento rápido de los alimentos.


Hoy estamos enfrentando una situación análoga pero inversa. El año escolar 2020 fue muy irregular. Solo un tercio de los estudiantes con acceso a internet pudieron recibir clases online, el resto, dos tercios, quedó a la deriva. Aun así, las clases virtuales, no tienen la eficacia de las presenciales, especialmente para los jóvenes. La audiencia en vivo entrega algo que ni zoom ni otros medios logran como es el contacto directo de alumnos con profesor, cara a cara, que permite percibir actitudes, conductas, interés o tedio. Además de una participación activa colectiva y muy a menudo el diálogo y debate en el aula. Por otra parte, no se pudo cumplir con la totalidad de los contenidos de los diversos cursos debido a las cuarentenas y restricciones. La clase 2020 es la que sufrirá a futuro las consecuencias de una educación deficiente o inexistente causada por el Covid.


La próxima semana se reinician y se supone que, a partir de marzo, todos los escolares estarán asistiendo. Será un año complicado. Deberá continuarse con los contenidos interrumpidos en 2020 y que ahora deberán retomarse para completarlos y seguir avanzando con los que corresponden al 2021. Será un año duro para profesores y alumnos, más aun, cuando estamos lejos del fin de la pandemia.


El ministerio de educación cuenta con más o menos 23.000 empleados. Maneja la Agencia para la Calidad de la Educación con aproximadamente 60 funcionarios. No sabemos si funciona. En su página web, las subpáginas sobre evaluación progresiva y la de “otros indicadores de calidad”, se lee tan solo “404 página no encontrada”. Dada la irregularidad del año escolar 2020, se habría esperado del Ministerio de Educación y en particular de esa agencia, una evaluación, un diagnóstico sobre los resultados de la educación 2020 y el consecuente plan de educación de recuperación para el presente año. ¿Habrá más horas de clases? ¿Menos días de vacaciones? ¿Métodos pedagógicos más eficaces? ¿Internet gratuito para los dos tercios marginados? Al parecer, juzgado por el silencio virtual de las páginas web del ministerio y de su agencia, la burocracia no está haciendo su pega, como si el 2020 hubiera sido un año normal. El colegio de profesores, con apenas 50.000 afiliados, menos del 10 % del total, quiere postergar el inicio de las clases, cuando debiera ocurrir lo contrario, un año más recargado.


Las consecuencias la sufrirán los estudiantes, no ahora en forma inmediata, sino que, a futuro, cuando egresen y continúen con la educación superior o ingresen al mercado laboral, integrándose a la sociedad en forma activa. Ahí se percatarán que el estado o más bien la burocracia nada hizo en remediar los efectos perversos de la pandemia sobre el capital humano de su generación. La distribución del ingreso lo detectará, pero el culpable es el estado y no los ricos como le gusta afirmar la izquierda.


Mientras tanto, el ministro y sus 23.000 empleados no tienen nada que ofrecer. ¿a qué están dedicados? ¿Les habrá preguntado el presidente de la república por un plan para enfrentar este año escolar?


Este lunes comienzan las clases. Habríamos esperado que este 2021 tuviéramos un alumnado marmicoc. Por lo visto no será así. Ya será tarde. No serán más que una hoya común producto de la ineficiencia estatal.



Javier Fuanzalida A.

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