Cuba 60 trágicos años

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Javier Fuenzalida A3SEMANA.web (5)


Hoy ya nadie habla de Cuba. ¿Se acuerda cuando fue la última vez que fue mencionada en los medios de comunicaciones o en el discurso político?


Este primero de enero se cumplen 60 años desde que Fidel Castro entró triunfante a La Habana derrocando a la dictadura de Fulgencio Batista, prometiendo una democracia que nunca llegó. Al poco tiempo, Castro reconoció que su movimiento 26 de julio era de inspiración marxista y Cuba se transformaría en un satélite de la Unión Soviética. Adiós democracia.


Hace algunos días, un grupo de 300 ciudadanos de la elite cubana, el movimiento San Isidro se ha revelado públicamente contra la mordaza de 60 años del añejo sistema marxista.


Un documental de Netflix, “Cuba and the Cameraman”, trata de una serie de reportajes desde el inicio de la revolución hasta el presente. Entre otros, visitas a un pequeño campesino, Cristóbal, de casi 90 años, que ha sufrido la expropiación de su tierra y del robo de sus dos bueyes y un caballo.


La dictadura castrista se inició con la abolición de la propiedad privada, estatización de todas las actividades económicas, fin de las libertades de pensamiento, religión, expresión y prensa, educación, actividades económicas privadas. Las cárceles se llenan de disidentes y en juicios sumarios, cientos fueron fusilados en “el paredón” en el estadio de la Habana. Su hermano Raúl siempre se jactaba de que el, personalmente, asesinó con su pistola a muchos de ellos.


En su inicio, el mundo miró con simpatía este movimiento fundado en 1953 en Centroamérica y México. Un puñado de guerrilleros que comenzaron a actuar en 1956 desde la Sierra Maestra para acabar con una dictadura personalista como las muchas que había en América Latina e implantar el marxismo por la fuerza. Eran los tiempos de los 30 años de Trujillo en República Dominicana, los Somoza desde 1937 en Nicaragua, Castillo Armas en Guatemala, Pérez Jiménez en Venezuela, Rojas Pinilla en Colombia, el General Odría en Perú, Stroessner en Paraguay, Perón en Argentina, Paz Estenssoro en Bolivia. Con el dinero soviético se financiaron los movimientos terroristas de izquierda y los partidos comunistas del continente. Aparecen en 1960 los Tupamaros en Uruguay, en Chile el MIR en 1965 y el MPMR en 1986. La che Guevara en Bolivia hasta 1967. Los Montoneros en Argentina en 1970, el Sendero Luminoso en 1980 en Perú.


Estos eran apoyados por los guerrilleros de salón como la izquierda y los comunistas latinoamericanos que viajaban constantemente a Cuba y disfrutan del dinero ruso. La UP con Allende fue su máxima expresión, gran admirador de Ho Chi Min de Vietnam, en su viaje a Rusia en 1972, propuso a los jerarcas soviéticos crear un Vietnam silencioso, no le dieron pelota.


Mientras existió la URSS y Mao, Cuba subsistió gracias a la tremenda mesada que recibía y que además financiaba los movimientos terroristas del continente. ¿Se acuerdan de las armas de Carrizal Bajo? Dinero soviético. Pero el marxismo cubano nunca ha sido capaz de sustentarse, crecer y desarrollarse. El fin de la URSS debería haber terminado con los Castro. Sin embargo, la mesada soviética fue reemplazada por la mesada de Chávez y que Maduro ha continuado, a pesar del retroceso económico y social que sufre Venezuela.


Durante estos 60 años no prosperaron los intentos por terminar con los hermanos Castro. Todo siguió igual después de la muerte de Fidel en 2016 porque su policía se encargaba de liquidar a los disidentes. Su cercanía con Florida hizo posible la continua huida de cubanos disidentes, los balseros . Recuerden el vergonzoso caso del niño Elían González, un menor que su madre lo sacó de Cuba, y que Clinton ordenó devolverlo a Cuba ante las exigencias de Fidel.


La izquierda del continente, incluida la chilena, admiraba la revolución cubana. Casi todos los políticos socialistas, comunistas, radicales, e incluso DC peregrinaban a La Habana y hablaban maravillas. Alababan una pretendida avanzada medicina cubana (de la que no hay registros en las revistas médicas internacionales sobre su pretendido aporte), la música, el arte y la literatura obnubilaban a la elite intelectual chilena que lucraba con el dinero cubano-soviético.


¿Pero, y el desarrollo económico? Es difícil encontrar información fidedigna. Ni siquiera la CEPAL simpatizante de los movimientos de izquierda ha podido llevar un registro aceptable sobre la economía cubana. Sin embargo, en el último informe sobre América Latina de 2019 hay algunas cifras que nos muestran el estancamiento castrista que impuso Fidel.


Desde 2010 al 2018 el PIB per cápita en la isla crece en 2 % anual. La tasa de desempleo promedio del período es de 8.3 %. Se podrá afirmar que no son muy diferente a las de América Latina. Sin embargo, mientras en Chile, por ejemplo, hay libertad, se puede hablar, disentir, votar, viajar, elegir el trabajo, etc., en Cuba ninguna de esas cosas es posible sin el consentimiento de su partido comunista. Curiosamente, los disidentes suelen morir. Por lo tanto, si hubiera que ponderar los números anteriores con coeficiente que expresen la libertad, Cuba queda a la cola. Esa es la tragedia de la promesa incumplida del paraíso comunista. El índice de desarrollo humano sitúa a Cuba en el lugar 70, lugar que se ha mantenido desde el 2010. Chile ocupa junto con varios países de la Unión Europea, el lugar 43, el más alto del continente. No hay duda de que es más barato ladrar en Chile que en Cuba.



La historia de don Cristóbal señalado al comienzo termina con que le demandó 5 años de duro trabajo para comprar otro buey por US $ $ 500. Es el progresismo latinoamericano.


Javier Fuenzalida Asmussen

europapress