Volver o no volver... ¿Esa es la cuestión?

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Luis Riveros (columnista)Están muy claros los perjuicios que causa la suspensión que ha vivido la actividad del sistema escolar y educativo a todos los niveles. Están, desde luego, los perjuicios propiamente académicos, dado que en un gran número de casos hay ausencia de contacto suficiente del alumno con el sistema educacional, y eso provoca aprendizajes con severos retrasos respecto de la formación que debería estarse entregado. En otros casos, cuando ha existido alguna actividad a través de metodologías en línea, y los niños y jóvenes tienen acceso a la docencia por esa vía, hay también sectores que carecen de acceso suficiente a esa tecnología. Esto provoca una segmentación de tipo social y económica, que causa perjuicio a sectores bien identificados de nuestra sociedad. Todo esto causa discontinuidad en los estudios, deterioro en los aprendizajes, aumento en las brechas escolares, aumento del estrés, falta motivación y aumento de la deserción. Todo esto, sumado al hecho no menor de eliminarse el contacto social con otros estudiantes y la comunidad de la escuela o centro educativo. Esto es último es parte importante de la formación que proporciona la educación formal: la convivencia, el estar en contacto con los demás, conocer diferentes visiones y modos de vida. Eso es importante en la universidad, donde la convivencia universitaria es importante como parte de la formación que se obtiene junto con las competencias profesionales y académicas.

La conclusión es que la educación on line no puede ser considerada un “sustituto perfecto” de la educación presencial. Para un profesor, por ejemplo, es importante observar a sus alumnos, puesto que ciertas expresiones pueden denotar problemas en la comprensión de lo que se explica. Las metodologías a distancia simplemente eliminan esa posibilidad, máxime cuando se practica el no encendido de las cámaras de los estudiantes para no invadir su espacio en el hogar. Ciertamente, existen muchos perjuicios que causa esta educación no presencial, que ha debido imponerse como una emergencia ante el peligro de contagio que presenta el COVID19.

Pero el regreso a clases presenciales no es factible mientras perdure esta situación de peligro constante de contagio. Una sala de clases alberga usualmente decenas de alumnos, que hace poco practicable los esquemas de distanciamiento social. Ciertamente, no es factible realizar ese tipo de actividad en los días que corren, y es muy posible que los mismos se extiendan suficientemente en el tiempo, mientras se siga prolongando el período de peligro de contagio. Se han recetado dos opciones para tratar con esta parte del problema: mantener distancia social en las salas de clases y realizar docencia semi presencial. Lo primero es poco factible, puesto que los centros de enseñanza no cuentan con espacios suficientes, o programar turnos de dudosa eficacia. Además habría que proceder a desinfección preventiva todo el tiempo, y asegurarse que los espacios comunes se utilicen alternadamente, especialmente los que tienen que ver con alimentación y esparcimiento. Pero lo más complicado es el transporte de los niños y jóvenes a los centros escolares. Debe hacer con distanciamiento social, pero eso no es posible necesariamente en el transporte público. O sea, el riesgo de infección es alto, y eso puede acarrear severas complicaciones para los propios centros educativos.

En varios países se ha iniciado el regreso a clases presenciales, pero se ha debido posteriormente retroceder en la iniciativa. Francia y Alemania se cuentan entre ellos. El problema es que esos intentos pueden resultar en tasas importantes de contagio entre los jóvenes y se pone además en riesgo a los propios docentes y funcionarios que deben estar a cargo del trabajo escolar. Por eso, el problema del retorno a clases presenciales es un problema que está a cargo de la autoridad sanitaria, y la educacional debe someterse a sus decisiones, las cuáles se basan en el mejor conocimiento del tema que nos afecta. Naturalmente, el deseo es volver cuanto antes para ir eliminando las secuelas negativas que dejando en materia educativa el nefasto COVID19.

Por cierto hacia el futuro la educación deberá diseñarse con una metodología semi presencial, para así usar también las enormes ventajas que representan la tecnología comunicacional para la formación en los distintos niveles educativos. Se han ido descubriendo, forzados por las circunstancias, las ventajas de la educación en línea para aplicarse en educación. Hay distintos modelos que pueden aplicarse en este contexto de complementariedad con lo presencial. A este respecto, y bien haría la autoridad educacional, especialmente la universitaria, estudiar las alternativas que se abren para usar la tecnología como un instrumentos de modernización y profundización de la formación integral.


Prof. Luis A. Riveros

europapress