La destrucción de un símbolo

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Luis Riveros (columnista)


Ingresaba a las ceremonias destacadas del Instituto Nacional su histórico estandarte, mantenido siempre en una vitrina que todos veneraban por el precioso contenido. Enhiesto en manos de un estudiante secundado por otros dos, el emblema ingresaba orgulloso al recinto en medio del silencio venerado de los asistentes. Era éste un símbolo republicano, que ponía de relieve los dos siglos en que el Instituto Nacional había sido, efectivamente, el primer foco de luz de la Nación. La emoción que soliviantaba el emblema presidiendo las ceremonias oficiales más importantes, translucía el homenaje a los fundadores y a la larga pléyade de figuras que adornaron las aulas de la institución. Un símbolo venerado y querido profundamente por todos y cada uno de los miembros de la comunidad institutana, así como de quienes le apreciaban por su significado para la educación pública. Por eso, su cobarde destrucción atribuible a desconocidos que aparentan ser alumnos, llenó de indignación a todos quienes consideramos al Instituto Nacional como un símbolo patrio, tal y como también lo ha sido la Universidad de Chile. Más allá de sus logros en el terreno educativo y de su larga lista de egresados y figuras públicas comprometidas con su hacer, las instituciones republicanas de la educación han sido siempre respetadas y queridas por toda una ciudadanía que expresa así su sentimiento de amor por los valores de la nacionalidad y su proyección hacia el futuro. La destrucción de aquél estandarte histórico es más que un agravio al propio Instituto Nacional, y bien lo saben quiénes han instigado y ejecutado el cobarde acto. Es un agravio al país, al Chile que se ha construido con el esfuerzo de muchos miles, proceso en el cual instituciones de la República como el propio Instituto han sido pieza vital. Con eso han destruido un símbolo republicano, y abren así paso a su idea enfermiza de destruir la república, sus instituciones y su significado para las nuevas generaciones. En días en que todos los poderes del Estado y sus integrantes se encuentran vergonzosamente mal calificados por la ciudadanía, era hora, para estos grupos siniestros, de empezar a destruir los símbolos de las instituciones que han sido la base de la construcción republicana que así se intenta demoler. Habrá que cuidar mucho más los símbolos de la República, hoy en día amenazados por la violencia y la insensatez.


Prof. Luis A. Riveros

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