Dessaltre

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Enrique Goldfarb (columnista)Las declaraciones del operador responsable del desastre de Osorno son patéticas. Se quedó dormido, no había iluminación en la sala de comando y al dispositivo marcador había que golpearlo con una piedra para que funcionara. Teóricamente España pertenece al primer mundo, pero a esta empresa ni siquiera le da para entrar en el tercero.

Es tal la importancia que tienen las funciones del fallido operador, que el protocolo al que debiera estar sujeto es similar al de un piloto de avión. A éstos, cada cierto tiempo se les toma un examen en vuelo para verificar que están en condiciones físicas, mentales y de preparación técnica para desempeñarse. Al igual que los médicos en EEU (no en Chile, desgraciadamente) donde tienen que dar exámenes de revalidación cada par de años para verificar que están “up to date”. Lo otro, la iluminación y los medidores son de una chapucería innombrable. Essal es una empresa de naturaleza 100% extractiva de renta, al decir de Acemoglu. Garantizada su rentabilidad, hay que abaratar costos como sea (parece contradictorio ya que podrían cargar a costos lo que falta para después recuperarlo por el precio). Y, además, flojos.

Haciendo un símil con el fútbol, donde dos tarjetas amarillas en un partido ameritan expulsión, aquí ya llevaban 85 tarjetas amarillas. Es como los delincuentes que andan sueltos después de haber cometido decenas de delitos similares. Asimismo, deja mucho que desear la prudencia del Superintendente del ramo, vital para decidir el futuro de la compañía, ya que debe preparar el informe que sirva de referencia al presidente de la República para caducar la concesión.

Por último, hay que mencionar que la máxima autoridad podría estar en un problema serio. Por un lado, la empresa es poderosa, si no, no se explica que se haya sentado en la diferencia con los 85 pequeños coscachos que le ha pegado la autoridad. De otro lado, el clamor ciudadano- transversal, ya que desde el PC hasta Chile Vamos piden la expulsión- lo pone en la situación de la famosa espada del poeta nicaragüense Rubén Darío:


Pues el caso es verdadero;

yo soy el herido, ingrata,

y tu amor es el acero:

¡si me lo quitas, me muero;

si me lo dejas, me mata!



Enrique Goldfarb

europapress