Cómo diferenciar entre lo verdadero y una falsificación

|

Juan David Quijano (Columnista)

El valor real es un término económico que expresa el precio de un bien, título o servicio teniendo en cuenta aspectos cómo la depreciación, inflación, plusvalía, demanda y cualquier otro elemento que pueda alterar su valoración, incluyendo elementos tangibles e intangibles. En el mercado financiero, el valor real consiste en lo que está dispuesto a pagar un inversionista por un activo, sabiendo toda la información que afecta a dicho activo.

En un mercado eficiente, los precios de mercado muestran el valor real de ese activo, también llamado valor intrínseco.

En forma opuesta, la falsificación es hacer o fabricar una cosa que solo aparenta ser real, pero que no es verdadera. Es un acto que consiste en crear o modificar ciertos bienes o servicios, para que parezcan verdaderos, pero que se opone a la verdad y que busca engañar a las personas. Entre más y mejor imite a lo auténtico, más difícil será descubrir el engaño.

Hoy en día existen falsificaciones de altísima sofisticación, que podrían engañar incluso a los más expertos. Dentro de los artículos más falsificados alrededor del mundo se encuentran las monedas o billetes de alta denominación, joyas, metales preciosos, obras de arte, productos de marcas exclusivas, antigüedades, documentos valorados, títulos de propiedad, etc.

Como podemos ver, sólo se falsifican objetos de valor, ya que nadie probablemente falsificaría el envoltorio de un caramelo, una servilleta o una bolsa plástica sin logo o marca que la distinga.

Lo anterior entonces, debería hacernos reflexionar y preguntarnos ¿qué es lo más valioso que tenemos y si podría ser falsificado?

En mi opinión lo más valioso que Dios nos ha dado es su amor, amor que podemos entregar a nuestros hijos, a nuestra pareja, a nuestros padres, amor que podemos compartir con nuestros semejantes e incluso con nuestros enemigos.

Por eso no sería extraño encontrar falsificaciones del amor, que se manifiestan a través de actos que parecen muestras de amor, que incluso contienen partes o componentes propios del amor, pero que podrían confundir y hasta engañar a la opinión pública, a los padres y especialmente a los jóvenes.

Por ejemplo, es muy común en las letras de las canciones llamar amor a una atracción sólo física o sexual, pero carente del verdadero sentido del amor. Por otro lado, todos sabemos cómo tristemente algunos representantes religiosos han abusado de niños, engañándolos con algo que se parecía al amor de un padre o el de una familia.

Pero ¿cuáles son las cualidades del verdadero amor? Creo que esa respuesta podemos encontrarla en el capítulo 13 del libro de 1a Corintios, que señala: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser”.

En lo personal, este texto me hace pensar si efectivamente expreso en cada acto de mi vida un verdadero amor, pero descubro que aún debo crecer en esta área de mi vida.

Por eso les invito a no aceptar falsificaciones del amor, sino buscar por medio del consejo de Dios, el verdadero amor, ese que está descrito en Corintios 13, y qué por ser el bien más preciado, habrá muchas falsificaciones y falsificadores que querrán privarnos de experimentar el amor real de Dios. 


Juan David Quijano

europapress