Cuando el vecindario se desordena

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Nicole



A pocos días de conocer el resultado del informe sobre competitividad mundial, destaca el hecho que todas las economías latinoamericanas consideradas, en dicho ranking, han perdido posiciones de manera muy significativa. Pilares agrupados en áreas como institucionalidad, Infraestructura, entorno macroeconómico, salud y educación, desarrollo, eficiencia, tecnología e innovación, todos ellos planteados innumerables veces en los programas de gobierno locales, no son capaces de evidenciar avances debido a la incapacidad de aplicar transformaciones reales, por medio de reformas disruptivas, las que parecen inviables de frente al sistema burocrático, rígido y de severa miopía local, profundamente enraizado en la región.

El vecindario se ha desordenado en forma estrepitosa. Las principales economías de la región están tomando un muy poco auspicioso giro, desde donde no se prevé ni se observan espacios de recuperación en el corto plazo.

Argentina, está sumergida en una trampa de ratón bastante compleja que tiene elevados costos de ser enfrentada. El presidente Macri, en busca de una reelección presidencial en octubre de este año, enfrenta un duro panorama alimentado por un fuerte deterioro macro y microeconómico. La tendencia de los precios en el país trasandino se empina al mes de abril en un 55,8% internanual ( en 12 meses), marcando incrementos mensuales muy pronunciados que oscilan entre 3 y 4% en las diferentes categorías de la canasta y que, acumulan, en el primer trimestre del año, un alza de 15,3%. De no ser capaces de reducir esta tendencia se ve complejo alcanzar un nivel de 40% anual, como objetivo para el cierre de 2019. Los primeros meses del año golpearon fuerte al sistema de precios y, por ende, a los salarios reales, los que continúan siendo muy deteriorados por esta tendencia. Se estima que el nivel de pobreza en Argentina estaría bordeando el 32% de la población y la incapacidad actual de la economía para generar mejores y más puestos de trabajo asalariados y de mejorar las actuales remuneraciones, revela un efecto devastador sobre la calidad de vida de la población, lo que a su vez, tampoco favorece la recuperación de un ritmo estimulante de la economía.

Las tasas de interés, en tanto, para intentar amortiguar el negativo efecto del alza de precios, se empinan sobre 70%, siendo un fiel reflejo de la restricción a la liquidez del peso argentino, bien manifestado en la reciente emisión de Leliqs, (letras liquidas, negociadas a tasas de 70,537%). A dicho nivel, las tasas se vuelven un claro riesgo sobre el flujo de pago y financiamiento de las empresas y, por lo tanto, sobre la salud de las obligaciones comprometidas en el sistema.

La economía Argentina claramente inmersa en un proceso recesivo apunta a lograr una menor caída en su producto respecto del año 2018 (- 1,6%), ello teniendo en consideración que existen algunos puntos de repunte, como cosechas más abundantes que las del 2018, ciertos proyectos de inversión especifico y algunos beneficios derivados del tipo de cambio más elevado principalmente asociados al turismo y servicios.

El tipo de cambio ya fuertemente depreciado, se ha estabilizado en torno a los 45 pesos, llevando a que el BCRA ( Banco Central de la República Argentina) desestime el manejo de una dinámica de bandas de flotación para defender al peso, lo que conlleva como réplica una pérdida de reservas y un deterioro de su hoja de balance, lo que debilita aún más su posición financiera y afecta el control que pueden tener las tasas sobre las presiones inflacionarias domésticas.

Este deteriorado escenario macroeconómico se ve potenciado por elementos estructurales que no promueven la libre competencia, entre ellas, falencias en eficiencia y flexibilidad en la respuesta del gobierno para facilitar nuevos negocios, las ausencia de incentivos reales a la inversión, la carencia de normas que flexibilicen los mercados y permitan negociaciones más fluidas con una central general de sindicatos, que, por diferencias políticas, presiona por incrementar costos ( salarios y subsidios) en un entorno que carece de holguras para enfrentarlos y que desarticularía aún más los compromisos que Argentina adquirió con el FMI para activar un stand by agreement, acuerdo que viene amarrado a un ordenamiento de cuentas fiscales y medidas de estabilización.

Brasil, por su parte, no ha logrado repuntar ni recuperar la vigorosidad en la velocidad de crecimiento. La proyección de crecimiento para el año fue recientemente corregida a la baja a algo cercano al 1,23%. El ajuste del gasto público y cese de inversiones desde el gobierno, normalmente muy activo, impulsado por Temer, ha tendido a ordenar la trayectoria del gasto, pero el déficit estructural se ve afectado por factores de tendencia, mientras tanto la deuda pública ha aumentado a 76,7% del PIB.

Los niveles de aprobación del gobierno de Jair Bolsonaro han descendido. Las dificultades para sacar adelante un nuevo proyecto del sistema de pensiones genera tensiones y mantiene las expectativas bajas, lo que repercute en la inversión y el estímulo en el uso de recursos, como así también en la actividad, que muestra indicadores menores a los esperados en sectores de fuerte incidencia en el producto cómo son industria y manufacturas.

La inflación, en tanto se mantiene en torno a un 4,75% anual con un rango de tolerancia de 2,5% y 5,75%, por lo que frente a la carencia de presiones de precios domésticos la tasa de interés se ubica en mínimos históricos para Brasil, un 6,5%, pero que en un ambiente de incertidumbre no es capaz de estimular el gasto y una mayor demanda de recursos con objetivos productivos que impulsen la actividad económica.

En resumen, Latinoamérica sigue enfrascada en una espiral de rigidez propia de la estructura local que le inhibe a alcanzar mejores posiciones a nivel de competitividad. Este ruido puede acarrear retrasos en la capacidad de generar mayores niveles de crecimiento y desajustes productivos derivados de la mala asignación de recursos. Gran desafío para el diseño e implementación de políticas a nivel regional que incentiven la entrada de inversión, mejoren productividad e impulsen la trayectoria de remuneraciones al alza para garantizar mejores niveles y capacidades de gasto.


Nicole Stückrath R.

Economista

Directora Ingeniería Comercial

Universidad Gabriela Mistral

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