​Malas noticias para el desarrollo de la economía colaborativa en Chile

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Alfredo Barriga

No entiendo lo que se ha hecho en el Ministerio de Transportes con la “Ley Uber”. Hay un amplio consenso en que el servicio de Uber es mejor y más económico. Por lo tanto, el sentido común me indica que lo que correspondía hacer era “uberizar” a los taxis. Pues no, se hace justo lo contrario: “taxificar a Uber”.

En el programa de Sebastián Piñera estaba contemplada la regularización de estos servicios (página 42: “regular los mercados de economía colaborativa para facilitar la adecuada operación de sus plataformas”), pero eso como una medida para “proteger a los consumidores y la libre competencia a fin de desarrollar una economía social de mercado sana, moderna y libre de colusiones y abusos”. En vez de ponerle patines a los taxistas para que compitan con Uber, se le sacan a Uber para poner barreras de entrada a competidores, en un mercado en el cual hay consenso que la calidad de servicio no es buena. Estamos usando herramientas políticas del siglo 20 para resolver problemas del siglo 21. Me parece un despropósito, y espero que mi crítica no se malinterprete por parte de mi sector político.

La economía colaborativa parte de la base del uso de activos ociosos – en el caso de Uber, automóviles particulares; en el caso de AirBnB, de viviendas. No es una profesión en el sentido de la palabra del siglo 20. No tiene sentido por ello pedirle a un conductor Uber que tenga licencia de conducir profesional ni que haga un curso especial de conductores. Si tiene sentido que tenga seguro a terceros que cubran un accidente. También tendría sentido por ejemplo que no pueda dar este tipo de servicios un conductor con más de un choque al año (dato que las empresas de seguro tienen), pero tanto taxista como particular.

El mercado ya entendió el modelo de economía colaborativa de Uber. ¿Qué tal si se crear otra plataforma, por la cual gente que va a un lugar en auto pueda conectar con otra gente que va al mismo lugar o cerca, y pueda llevarlo a cambio de ayudar a pagar los gastos? Una plataforma que no cobra por el servicio, sino que gana por la publicidad. Un Uber descafeinado, más parecido al carpooling. ¿También el Estado exigiría a esas personas licencia de conducir profesional, curso y todo lo demás? ¿Y si solo lo hace con amigos y parientes? ¿También van a exigirlo? Me parece absurdo que, por el solo hecho de compartir gastos de transporte en un trayecto, se tenga que armar todo un tinglado pidiendo licencia de conducir profesional, etc. Y eso es en definitva lo que se está haciendo.

“Uberizar” a los taxistas implica quitarles la obligatoriedad de la licencia de conducir profesional, e invitarlos a usar la misma plataforma, sin restricciones de ninguna clase. Que compitan, mejoren sus servicios y – debido a la mayor experiencia que tienen sobre los amateurs – conquisten de vuelta el mercado. Y, además, ganando más dinero que antes, gracias a la mayor tasa de ocupación que entrega la plataforma. Eso es lo que hubiera esperado de la “Ley Uber”. Eso es ““proteger a los consumidores y la libre competencia”, como establece el programa de Sebastián Piñera.

Tal vez no se le puede exigir a una autoridad que no entiende los paradigmas de la economía digital que redacte una ley para regularla. Pero si se le puede exigir al menos sentido común, y como argumenté arriba, éste dicta que la regulación debe “uberizar” a los taxistas más que “taxisificar” a Uber, porque éste presta un servicio de mejor calidad y menor coste a los consumidores. Espero que en la discusión en el Congreso este punto se revierta, y la ley resultante sea una apropiada para el siglo 21.

Misma argumentación con el impuesto a esta actividad. A ver, ¿si la actividad fuera compartir gastos de uso de un vehículo entre amigos y parientes, Hacienda obligaría a quien recibió los pagos para ayudarle en ese gasto a que ponga ese pago como ingreso en el global complementario? ¡Absurdo! Eso se percibiría como un abuso del Estado para sacarle dinero al contribuyente por donde sea. No tiene sentido.

Así es la economía colaborativa. Para regularla, la legislación y la tributación deberían antes comprenderla bien, para evitar el error de aplicar políticas del siglo 20 a una realidad del siglo 21. Algo que, lamentablemente, no se está haciendo.


Alfredo Barriga Cifuentes

Consultor en Transformación Digital

Profesor UDP

Ex Secretario Ejecutivo de Desarrollo Digital

Autor del libro “Futuro Presente: cómo la nueva revolución digital afectará mi vida”

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