​Oposición a lo Evo

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Enrique Goldfarb

En entrevista con El Mercurio, el jefe de senadores PS, Rabindranath Quinteros, vaticinó que los cuatro años de gobierno de Sebastián Piñera serán perdidos. Curiosamente, es la misma sensación que tengo yo, y varios millones de personas más, de lo que sucedió durante la administración Bachelet. Porque, todavía me pregunto, qué fue lo que se construyó, o se hizo, o se legisló, que pudiera ayudar a desarrollar el país y hacer progresar a la gente. Absolutamente nada, salvo los miles de puestos públicos dados a sus simpatizantes, lo que no se puede considerar un progreso desde el punto de vista nacional, sino una transferencia de ingresos desde los que pagan impuestos a esta masa de adherentes, entorpeciendo de paso las ruedas del crecimiento al incrementar la mochila impositiva o la cuantiosa deuda pública, récord, adquirida para ese y otros propósitos nada edificantes.


La obra de Bachelet

Fue un verdadero asalto al bolsillo de los chilenos, con el fin de redistribuir, en el momento o en el futuro, hacia sus grupos privilegiados. La reforma tributaria, que produjo, no solo un revoltijo inentendible en los contribuyentes que todavía no saben cómo desenredar la madeja, sino también en el sector educación, uno de los objetivos perseguidos, donde solo sale a luz la gratuidad a un sector, pero nada en términos de mejoramiento del proceso. Más aún, las universidades que adhieran a la gratuidad deben sujetarse a unos tarifados por debajo del costo, lo que recuerda de alguna forma el inicio del Transantiago. De la reforma educacional nada se vio respecto a la calidad y a la preparación de los jóvenes hacia un futuro que, gracias a la tecnología, cambiará radicalmente todo lo que conocemos ahora. Y ni que hablar de la reforma sindical, destinada a extorsionar al empresariado. Nota aparte, es la reforma constitucional, el trampolín para convertir a Chile en una Venezuela.


Y nos quieren hacer creer que el pésimo rendimiento económico del país, el peor desde la vuelta a la democracia, no tuvo nada que ver con estas “medidas”.


Trabajar con el dinero ajeno


Quizá más desafortunada aún fue una carta que el senador envió al mismo diario el día siguiente de la entrevista, en donde dice que la estupenda medida del gobierno, de rebajar el aumento de las contribuciones del 10% al 7%, es “hacer el bien con la plata ajena”, un viejo adagio que se atribuye a los gobiernos gastadores. O sea, todo lo contrario.


Para él, Chile se divide entre los que están exentos de pagar contribuciones y los multimillonarios. Se olvida de la clase media, los miles y miles que con su esfuerzo tienen que pagar al Estado por la casa donde viven. El pecado mortal de Bachelet y de su séquito, que, con su desenfado para cobrar impuestos, no trepidan en avasallar a las inmensas mayorías.


La oposición y Evo


En resumen, el tono lastimero de las quejas y de los vaticinios hacia el gobierno de Sebastián Piñera, todos marcados con el sello de la posverdad, nos recuerdan las apariciones de Evo Morales llorando por una salida al mar, y culpando a Chile de sus desgracias. Al igual que lo que sucede con ese personaje, hay que hacer caso omiso de estos exabruptos de la oposición, porque la verdad sea dicha, y repitámoslo una vez más, con la elección de Sebastián Piñera, Chile se salvó. Hay que ver al gobierno trabajar en la quincena que lleva, para darse cuenta qué es lo que es trabajar de verdad, y diferenciarlo del tiempo despilfarrado del anterior. 


Enrique Goldfarb

Economista

europapress