​El legado del terror

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Enrique Goldfarb

Si en la campaña de 2013, cuando Bachelet fue elegida en noviembre de ese año, uno hubiera dicho que si se la elegía, el país crecería al ritmo más bajo desde el retorno a la democracia, que los impuestos subirían al nivel más alto de los países de la OECD, que se pararían sin contemplaciones proyectos de inversión, que de hacerse, hubieran beneficiado enormemente al país, que la principal fuente de empleo sería aquella que las personas se dieran a si mismas, esto es, empleo por cuenta propia, que el nivel de informalidad del empleo llegaría al 30 por ciento del total y que la productividad (total de factores) del país terminaría estancada, le habrían achacado que otra vez estaba orquestando una campaña del terror.

Pues bien, como lo antes dicho resultó cierto en un 100%, eso significa que la Presidenta Bachelet nos está entregando un legado de terror.


Los inteligentes de izquierda


Lo que parece increíble es que gente inteligente que uno conoce, sea todavía de izquierda. Cuando se dio a conocer la Reforma Tributaria, hubo incluso economistas que estudiaron en Chicago que dijeron que eso se compensaría de sobra con la mejora en la educación. Increíblemente, algunos aparecieron entre aquellos que le daban su apoyo a Guillier, quien prometió, o más bien nos amenazó, que profundizaría la obra de Bachelet.


Chile se salvó, una vez más


Aunque ya lo dije varias veces, ¿se imaginan si Guillier hubiera sido elegido? Cómo estaría la industria de AFP y las pensiones futuras, cómo estarían las Isapres, más bien todo el mercado financiero, la empresa privada, los potenciales inversionistas retirándose a lugares más propicios dónde poner la plata, los agricultores con la espada de Damocles de los derechos de agua a punto de ser expropiados. Para ser aún más generales, cómo estaría toda la institucionalidad económica y social, cuando se preparaba la reforma a la Constitución, que volaría todo de un plumazo, con la retroexcavadora accionando a diestra y siniestra, para producir un caos que sólo los comunistas, y los que estamos contra ellos, entienden a donde van.





La inmobiliaria popular de Jadue


El comunista alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, anunció su proyecto de inmobiliarias populares, o sea, arrendar departamentos baratos a la gente, financiado con fondos del Estado. Representa el típico accionar de la izquierda, y en forma ejemplar de los comunistas, anteponiendo al Estado como el ejecutor de todo y repartiendo la plata de los demás. Con la típica demagogia de los comunistas, hace creer que todo está al alcance de todos. Y como sabemos que eso no es así y que con ellos y sus socios terminaríamos como lo explicamos en el primer párrafo, no correspondería inflarlo.



No hay almuerzo gratis


Con esas políticas nos encaminamos, tarde o temprano, hacia la Venezuela de Maduro o la Cuba de los Castro. Lo que corresponde hacer es crecer. Producir los empleos que Bachelet desdeñó, para que la gente pueda comprar o arrendar por sus propios medios la vivienda en el lugar que elijan. Hacerles sentir que no necesitaron del estado para hacerlo, produciendo el inimitable orgullo de la misión cumplida. Abrir la competencia de las inmobiliarias, para que ello pueda suceder a los precios más bajos posibles, y ojalá no tener que subir los impuestos para que se financien inmobiliarias populares, impuestos que dejan su reguero de inversiones espantadas.

Para variar, salió CNN aplaudiendo a Jadue por su iniciativa, y candidateándolo para presidente de Chile. Lavín, el alcalde de Las Condes, siguiendo esta actitud sumisa, lo invitó para que le contara su fórmula milagrosa, ya que parece no se la imaginó solito. Pero no era necesario. Aquí va la idea. Consíguete los impuestos, construye los departamentos con esos fondos, dalos en arriendo y no cobres más que el 25% de los ingresos a los beneficiados. La diferencia la paga Moya, siempre que el 25% vaya de vuelta al estado, porque si no, y como es habitual, Moya estaría pagando todito.


Enrique Goldfarb

Economista

europapress