Sr. Director,
Chile es hoy el único sistema educativo del mundo que, mediante la Ley 21.778, exige 60 minutos diarios de actividad física obligatoria durante la jornada escolar. La norma suma una hora al horario regular para impulsar el movimiento en todos los niveles educativos.
Antes de esta medida, la Jornada Escolar Completa de 1996 ya había ampliado la permanencia en los establecimientos para talleres deportivos o artísticos. Así, un estudiante en Chile permanece cerca de 1.140 horas al año en la escuela, un 35% más que el promedio de la OCDE, lo que se traduce en más de un 30% de tiempo adicional sentado en una sala de clases respecto de sus pares internacionales.
En este contexto, la ley puede generar un impacto significativo e incluso transformar la dinámica del aula. Entre sus beneficios destaca la posibilidad de integrar pausas activas que reduzcan el sedentarismo y aporten al aprendizaje y al bienestar estudiantil, tal como demuestran diversas investigaciones y experiencias de países como Finlandia, donde se incorpora el movimiento a lo largo del día sin aumentar la carga horaria.
Sin embargo, surge una cuestión crítica: ¿quién capacitará a los profesionales y asistentes de la educación, y cómo se financiará ese proceso? La ley no contempla nuevos recursos, por lo que es esencial aclarar este punto para asegurar su correcta aplicación.
La Ley 21.778 es un avance en la promoción de hábitos saludables, pero requiere ajustes que permitan una implementación efectiva y alineada con sus objetivos.
Carlos Arriagada Hernández
Facultad de Educación
Universidad Autónoma de Chile