Sr. Director,
El reciente brote de Peste Porcina Africana (PPA) en Barcelona, tras 30 años sin casos, vuelve a evidenciar la fragilidad sanitaria en un mundo interconectado. El hallazgo de cerca de 50 jabalíes muertos, varios positivos al virus, encendió alertas internacionales por el riesgo de que la enfermedad llegue a la industria porcina española, una de las más relevantes del mundo.
La PPA no afecta a las personas, pero es letal para cerdos y jabalíes, con mortalidades cercanas al 100% y alta capacidad de persistencia en el ambiente (más de tres meses). Nunca ha sido detectada en Chile ni en América, y no existe vacuna ni tratamiento. Por ello, distintos países —incluido el nuestro— suspendieron temporalmente la importación de productos porcinos españoles y reforzaron controles fronterizos.
La medida adoptada por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) puede parecer drástica, pero es necesaria. Chile ha construido un estatus sanitario que permite sostener exportaciones y una industria competitiva. Relajar los controles sería un riesgo innecesario. Más que cuestionarlas, debemos apoyar estas acciones preventivas y asumir que la bioseguridad también depende de la responsabilidad individual.
María José Contreras Rivas,
Académica del Instituto de Ciencias Aplicadas,
Universidad Autónoma de Chile