​¿Quién protege a los conserjes? La deuda pendiente con los guardianes de los edificios

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La reciente agresión a un conserje en Santiago volvió a poner sobre la mesa una pregunta incómoda, pero necesaria: ¿están realmente protegidos quienes trabajan resguardando la seguridad de miles de comunidades en Chile? Aunque su labor es clave para el funcionamiento diario de edificios y condominios, los conserjes siguen operando en un espacio normativo difuso, sin un marco legal claro que los ampare en situaciones de conflicto o riesgo.


“El conserje suele ser el primer rostro que uno ve al llegar a casa, pero también es el primero en enfrentar tensiones, emergencias o incluso agresiones sin contar con herramientas ni respaldo suficiente”, señala Guillermo Márquez, gerente de Tecnología de Edifito, plataforma de gestión de comunidades presente en más de 6.000 condominios en el país. “Hoy existe una mezcla de normas internas, contratos y protocolos que varían de edificio en edificio. No hay una política clara de protección”, agrega.


Uno de los principales problemas es la ambigüedad del rol. A diferencia de trabajadores que operan bajo reglamentos institucionales definidos, el conserje suele enfrentarse a escenarios de violencia, conflictos entre vecinos o incidentes externos sin tener un protocolo de acción estandarizado. En algunos casos, se espera que intervenga; en otros, que se abstenga. Esa indefinición es un riesgo para todos.


Para Marcelo Hernández, director de "Actualiza tu reglamento" y especialista en gobernanza comunitaria, el tema debe abordarse con urgencia. “El conserje no está en un vacío legal absoluto, pero sí en un limbo práctico. Es muy importante su capacitación para enfrentar situaciones de emergencia que le permitan sentirse seguro en su actuar. Los reglamentos de copropiedad actualizados a las características del condominio, tanto físicas, como de convivencia diaria, son una herramienta importante de apoyo para los conserjes, administradores y comités en el desempeño de sus labores. Es clave profesionalizar la gestión de comunidades y establecer normativas que no solo exijan deberes al conserje, sino que también lo resguarden”, y una de esta medidas de apoyo es tener un Reglamento de Copropiedad conocido y aprobado por todos los copropietarios, afirma.


Entre las propuestas más mencionadas por expertos y administradores están la exigencia de contar con acreditación OS10, la definición clara de su rol ante hechos de violencia —limitando su intervención directa— y la implementación de canales de comunicación efectivos para prevenir y desescalar conflictos. También se ha sugerido que las normas internas sean parte explícita de los contratos de arriendo, de modo que su incumplimiento tenga consecuencias contractuales.


A nivel tecnológico, plataformas como Edifito permiten hoy a las comunidades contar con registros digitales inmodificables de visitas, alertas automatizadas y canales de comunicación entre residentes y administración. Sin embargo, advierten que la tecnología no reemplaza el vacío normativo. “El sistema puede ayudar a prevenir, pero necesitamos una mirada estructural. No podemos esperar a que otra emergencia nos recuerde lo solos que están los conserjes”, concluye Márquez.


En un país donde más de la mitad de la población vive en edificios o condominios, avanzar en un marco de protección claro para quienes cuidan estos espacios es una deuda urgente. Porque la seguridad de una comunidad empieza —y muchas veces termina— en la portería.


europapress