Por años, la ortodoncia –el campo dedicado a corregir la posición de los dientes y los maxilares– ha estado asociado al concepto de sonrisa perfecta. Sin embargo, la doctora María Elsa Pavic, ortodoncista y fundadora de la Clínica Mora Pavic Odontología , subraya en que esta disciplina va mucho más allá del ámbito estético, facilitando el habla, evitando desgastes y dolores musculares, y mejorando el cierre labial, entre otros beneficios para la calidad de vida.
"La mayoría de los pacientes consultan por motivos estéticos. Así como muchos buscan mantener una piel sin arrugas o un cuerpo atlético, también quieren una sonrisa armónica. Pero no todos los casos son iguales: otras personas priorizan la funcionalidad y el deseo de mejorar su calidad de vida. El concepto de bienestar también se aplica a la odontología ", explica el especialista.
Sin embargo, aunque la motivación estética es la puerta de entrada, la funcionalidad es el parámetro clave. Para acompañar este proceso, las tecnologías de ortodoncia han transitado desde tratamientos extensos y poco discretos a soluciones personalizadas que se adaptan a distintas edades. La evolución incluye soportes cerámicos y linguales , alineadores transparentes e incluso tratamientos personalizados y planificados a través de software.
Pese a esto, la constancia y responsabilidad del paciente sigue siendo fundamental, y si éste no coopera, por muy moderno que sea el aparato, la intervención no tendrá los resultados esperados. La duración de un tratamiento dependerá de la complejidad del caso: una intervención corta puede extenderse por seis o nueve meses, mientras que los más largos pueden prolongarse por dos o tres años (por ejemplo, si se requieren extracciones dentales para una correcta alineación).
Desde los seis hasta los 80 años
La Dra. Pavic plantea que la ortodoncia se puede realizar desde los seis años hasta la tercera edad, erradicando el mito que una intervención solo se enfocaba en adolescentes. "Mi paciente más longevo tenía 80 años y tenía una gran motivación. El principal desafío es la capacidad de adaptación al aparato", comenta la facultativa, quien enfatiza que, desde una perspectiva biológica, los dientes se pueden mover a cualquier edad siempre que haya un buen estado de salud bucal y periodontal.
"Cada vez hay más adultos que entienden los beneficios funcionales del tratamiento. Hay quienes vienen antes de colocarse implantes o al notar que sus dientes se han desordenado con los años. Y no es sólo por vanidad, sino porque quieren masticar bien, dormir mejor o evitar problemas más graves a futuro".
La importancia de planificar
La experta advierte que un fenómeno en expansión es el de aquellos pacientes que llegan a consulta con implantes ya instalados, sin haber corregido previamente su posición dental. Muchas veces, agrega, los implantes se colocan antes de ordenar la mordida, lo que limita o incluso imposibilita un tratamiento ortodóncico posterior.
Por eso, enfatiza es tan importante que ortodoncista y rehabilitador trabajen en conjunto desde el inicio, ejecutando una planificación integral y coordinada para obtener resultados duraderos. Esto ya que la boca es un sistema que debe funcionar en armonía: no solo es importante tener dientes lindos, sino también lograr una oclusión estable, que permita hablar, masticar y respirar correctamente. A diferencia de los dientes naturales, los implantes no se mueven una vez colocados.
“Esto significa que, si hay una mal posición previa y se instala un implante respetando esa mala alineación, corrección es complejo. El implante queda fijo en una posición que no puede ser idea desde el punto de vista ortodoxo o estético. En muchos casos, el paciente entiende los beneficios y decide alinear sus dientes primero. Pero también puede darse cuenta de la situación opuesta: el paciente ya tiene el implante colocado y luego decide que quiere mejorar la estética o la mordida. En esos casos, las posibilidades de tratamiento son más limitadas”.
Bruxismo: síntoma y no enfermedad
Otro de los temas que preocupa al especialista es el bruxismo, el hábito inconsciente de apretar o rechinar los dientes, especialmente durante la noche. A su juicio, es relevante avanzar hacia una comprensión de este trastorno no como una enfermedad, sino como un síntoma. "Es como la fiebre: se puede controlar con un medicamento, pero la causa subyacente debe ser identificada y tratada. Lo mismo ocurre con el bruxismo: usar una placa de relajación ayuda a mitigar los efectos, pero no resuelve el origen del problema",
Una mordida inadecuada puede provocar un desgaste dental significativo, incluso sin bruxismo. Si además existe este hábito, el daño se agrava. Por eso, corregir la mordida con ortodoncia puede ser parte del tratamiento integral cuando hay desgaste dental, aunque no necesariamente sea la solución directa al bruxismo. En estos casos, el tratamiento oportuno y temprano es clave: es muy probable que un paciente que bruxa durante años sin corregir su mordida termine con dientes fracturados, retracción de encías y hasta pérdida de piezas.