​Día de la Madre: ser mamá, trabajar y no fallar en el intento

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Paula Penjean

Este domingo celebramos el Día de la Madre. Y aunque es una fecha llena de afecto y reconocimiento, también puede ser un recordatorio silencioso de una realidad que muchas mujeres viven en carne propia: la exigencia de conciliar el trabajo con la maternidad reciente, especialmente al volver de un postnatal.


En Chile, la legislación establece un postnatal parental de hasta 24 semanas (12 semanas postnatal más 12 semanas de permiso parental para la madre o el padre), y aunque este avance es positivo en el papel, la realidad del retorno al trabajo está cargada de emociones contradictorias: culpa, ansiedad, cansancio, desconexión. No es solo reincorporarse a una oficina, es reorganizar la vida entera con un nuevo ser en el centro.


Desde nuestra experiencia acompañando a trabajadoras en este proceso, hemos observado que el regreso al trabajo tras el postnatal es uno de los momentos más sensibles de la vida laboral de una madre. Muchas enfrentan una presión invisible por “volver con todo”, como si los meses fuera del trabajo hubiesen sido un descanso y no un período intensamente exigente desde lo físico y emocional.


Es en este punto donde las organizaciones tenemos una enorme responsabilidad. El acompañamiento real comienza con escuchar. Con entender que no todas las madres viven el retorno de la misma forma. Y con ofrecer medidas concretas como horarios flexibles, regreso progresivo o apoyo psicosocial. Estas acciones no solo favorecen el bienestar de la madre, también fortalecen la cultura organizacional y retienen talento.


También es clave mirar hacia adentro. Las madres deben saber que no están solas ni fallando si sienten tristeza, frustración o sobrecarga. Algunas señales de alerta —como irritabilidad persistente, dificultad para concentrarse o sensación de aislamiento— pueden indicar que se necesita apoyo profesional. Pedir ayuda es un acto de valentía, no de debilidad.


A quienes se enfrentan a este desafío, comparto algunas recomendaciones simples pero efectivas: organizar rutinas con metas alcanzables, buscar una red de apoyo, mantener una comunicación abierta con la jefatura y priorizar el autocuidado. No todos los días serán productivos, y eso está bien. Ser mamá y trabajar no es una competencia por la perfección, es un equilibrio que se construye día a día.


Este Día de la Madre, más allá de flores y saludos, invito a mirar la maternidad con un ojo crítico. A preguntarnos qué tan inclusivos y humanos son nuestros espacios de trabajo. Porque cuidar a quienes cuidan es una tarea colectiva. Y porque una madre que vuelve a trabajar no lo hace sola: vuelve con todo el peso —y el amor— de una doble jornada silenciosa que merece ser reconocida, valorada y apoyada.


Paula Penjean,

Gerente Regional y Nuevos Negocios de Grupo Teamwork

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