El reciente apagón que afectó a Chile en febrero abrió el debate sobre la seguridad y sostenibilidad del sistema energético del país. Un análisis elaborado, previamente, por Grant Thornton Chile identifica tres alternativas estratégicas para fortalecer la matriz energética y atraer inversión: el desarrollo de parques fotovoltaicos, la expansión de la energía eólica y la creación de entidades especializadas en comercialización de energía.
Según éste, las energías renovables han tomado un papel central en la generación eléctrica del país. En diciembre de 2024, la energía eólica y solar representaron un 42% de la producción eléctrica total, superando por primera vez el umbral del 40%. “Chile ha avanzado significativamente en la adopción de energías limpias, pero aún existen desafíos en infraestructura y regulación que deben ser abordados para consolidar este crecimiento”, comenta Eugenio Poblete, socio de Transacciones de Grant Thornton Chile.
Respecto al desarrollo de parques fotovoltaicos, Chile cuenta con una de las mayores radiaciones solares del mundo en el Desierto de Atacama, lo que convierte a la energía solar en una opción atractiva. Actualmente, el costo estimado de instalación de plantas fotovoltaicas en el país se encuentra entre US$ 120.000 y US$ 130.000 por megavatio (MW) instalado, aproximadamente. Sin embargo, la intermitencia de la generación y la necesidad de grandes extensiones de terreno son desafíos clave.
En cuanto a la expansión de la energía eólica, el sur de Chile, especialmente la Patagonia, posee un enorme potencial para la energía eólica gracias a sus fuertes y constantes vientos. El costo de instalación de un parque eólico varía entre US$ 1,5 y US$ 2,5 millones por MW, aproximados, dependiendo de la ubicación y tamaño del proyecto. A pesar de sus ventajas, este tipo de energía enfrenta dificultades logísticas y altos costos de mantenimiento.
La tercera alternativa es la creación de empresas comercializadoras de energía que optimicen la compra y venta de electricidad en el mercado mayorista. Este modelo tiene una menor inversión inicial y mayor flexibilidad operativa, pero requiere conocimientos especializados y herramientas avanzadas de pronóstico. “La comercialización de energía puede ser una opción interesante para inversionistas que buscan participar en el mercado sin necesidad de desarrollar infraestructura propia”, añadió Poblete.
Desafíos y oportunidades
A pesar de los avances en la transición energética, el análisis destaca que el sector enfrenta varios desafíos, como la capacidad de transmisión, la regulación y la necesidad de financiamiento para proyectos de almacenamiento.
Uno de los principales problemas es la falta de infraestructura de transmisión que permita distribuir de manera eficiente la energía generada en zonas extremas del país. El fenómeno del "vertimiento de energía" –cuando la producción de fuentes renovables supera la capacidad de transmisión disponible– se ha convertido en un problema crítico que limita la rentabilidad y la expansión de estos proyectos.
Otro desafío clave es la intermitencia de las energías renovables. Si bien la energía solar y eólica han crecido exponencialmente, su variabilidad sigue siendo un problema. La falta de sistemas de almacenamiento adecuados impide aprovechar plenamente la energía generada durante el día y redistribuirla en horarios de mayor demanda. La inversión en baterías de gran escala y otras soluciones tecnológicas es fundamental para lograr un suministro estable y confiable.
El marco regulatorio y normativo también representa una barrera para el sector. La regulación actual no siempre responde con la rapidez necesaria a las innovaciones tecnológicas ni facilita la integración de nuevos actores al mercado. La modernización de las normativas, la agilización de permisos y la implementación de incentivos específicos pueden ser claves para fomentar una mayor inversión en energías renovables.
Por último, la aceptación social y el financiamiento siguen siendo factores determinantes. Muchas comunidades han manifestado preocupaciones sobre el impacto ambiental y social de proyectos energéticos, lo que ha generado resistencia y retrasos en algunas iniciativas. Además, los altos costos iniciales y la incertidumbre económica pueden desalentar a inversionistas interesados en el sector. Para abordar estos problemas, es fundamental diseñar estrategias que incluyan la participación comunitaria y esquemas de financiamiento más atractivos.
“La transición energética de Chile está en un punto crucial. Si queremos aprovechar al máximo nuestro potencial en energías renovables, es imprescindible solucionar los desafíos estructurales que aún persisten en el sector”, concluyó Poblete.
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