​Regulación de la IA: un paso adelante para Chile, pero con cuidado

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El proyecto de ley presentado el mes recién pasado por el Gobierno para regular el uso de la Inteligencia Artificial en Chile (IA) es un avance muy positivo y extremadamente necesario. Aprendiendo de la experiencia con la Ley Fintech, es fundamental que nuestro país no repita los mismos errores y se quede atrás en comparación con otros mercados que ya han establecido marcos legales avanzados.


Si bien la misma ministra de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación advirtió textualmente en una entrevista concedida a un medio hace poco más de un mes que “las referencias que uno usa no están todavía maduras y el consenso social que se necesita para poder avanzar en una regulación tampoco está cuajado”, también reconoció que “sabemos que tenemos que regular esto por razones de competitividad y de seguridad, y tenemos que hacerlo rápido”.


Muy pocos debieran estar en desacuerdo con estas ideas, especialmente la última frase. La regulación de la IA es esencial, pero debe abordarse con una visión que promueva la innovación en lugar de coartarla. En este sentido, la propuesta de un Sandbox regulatorio parece ser un camino adecuado, y que permita a las empresas innovar sin la carga de legislaciones excesivas, proporcionando un entorno controlado donde se pueden probar nuevas tecnologías y modelos de negocio.


Sin embargo, si bien el proyecto considera regulación diferenciadas para pequeñas empresas es fundamental que la administración de este no imponga altos costos o complejidades que desincentiven a los emprendedores, ya que podrían convertirse en barreras de entrada, alejando a las Pymes que innovan en lugar de atraerlas.


Además, la normativa debe ser flexible y capaz de adaptarse rápidamente. La tecnología de IA está en constante evolución y lo que hoy es importante, mañana podría quedar obsoleto. Una legislación rígida no solo podría volverse irrelevante, sino que también impedir que las empresas adopten nuevas tecnologías y prácticas innovadoras a medida que surjan.


Algunas empresas de factoring digital lideran el uso de la IA para la evaluación de riesgos, un ejemplo claro de cómo esta tecnología puede generar beneficios tangibles. La IA ha permitido a muchos solicitantes de créditos, que anteriormente habrían sido rechazados con herramientas tradicionales de evaluación, acceder a oportunidades de financiamiento. Esto no solo fomenta la inclusión financiera, sino que también impulsa el crecimiento económico al apoyar a más micro, pequeñas y medianas empresas.


La regulación de la IA en Chile es un paso que va en la dirección correcta, pero que debe ejecutarse con cuidado. La clave será encontrar un equilibrio que fomente la innovación, mantenga bajos los costos administrativos y permita una rápida adaptación a los cambios tecnológicos. Solo así podremos asegurarnos de beneficiar a todos los actores del ecosistema económico.


Gustavo Ananía,

CEO de RedCapital

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