Durante los últimos meses, en diferentes columnas, hemos seguido el desarrollo de los eventos en Oriente Medio, como son la guerra entre Israel y el grupo islámico Hamás en la franja de Gaza, la irrupción de los rebeldes Hutis y sus ataques al tráfico marítimo en el mar Rojo y el golfo de Adén, y los ataques de Irán contra facciones rebeldes en otros países como son Siria, Irak y Paquistán. Todos estos eventos hacían presumir habría un impacto económico, particularmente, en Europa, por afectar una de las principales rutas de abastecimiento de combustible y cargas desde oriente al viejo continente.
El tiempo ha transcurrido y, a pesar que, en particular en el mar Rojo, la actividad y ataques de los Hutis han continuado, generando la reacción de la Unión Europea en crear una fuerza naval con el mandato de defender y proteger esas cargas, esto no derivó en una crisis económica mayor.
Cuál podría ser la razón de lo anterior? Del análisis y ante la interrogante esto sería consecuencia de la capacidad de adaptación o un simple conformismo respecto de situaciones que, lamentablemente, son repetitivas, la probable respuesta sería la primera, la adaptación.
Hemos visto que, producto del riesgo a las naves que transita por el Canal de Suez y el mar Rojo, las principales agencias navieras decidieron, en sus movimientos desde y hacia oriente, respecto de Europa, lo hicieron navegando la ruta rodeando el sur de África, que, siendo más costosa y larga, es más segura. Sin embargo, la principal razón que permitió mitigar una posible crisis económica fue el hecho que, manteniéndose los países árabes como grandes productores de petróleo y con una tercera parte de las reservas de crudo del mundo, en la actualidad, la mayor demanda de combustible se encuentra en China y otros países en Asia, por lo que la mayor parte del tráfico marítimo que sale con esos cargamentos se mueve en un sentido hacia oriente.
De igual forma, los Estados Unidos de Norteamérica, siendo también un gran demandante de hidrocarburos, después de la crisis de los combustibles de 1973, comenzó un proceso de adaptación, disminuyendo paulatinamente su dependencia de estos recursos desde el golfo Pérsico, aumentando su producción en el golfo de México.
Si a lo anteriormente relatado sumamos el hecho que el mundo y, en particular, Europa, han modificado significativamente su dependencia energética de combustibles fósiles derivando hacia una matriz basada en el gas y otras energías sustentables, dan cuenta, también, de un proceso de adaptación.
En definitiva, el potencial estrangulamiento de las líneas de comunicaciones marítimas a través del golfo de Adén y el mar Rojo para llegar a Europa a través del Canal de Suez, no ha tenido el impacto se podría haber previsto como consecuencia de un paulatino proceso de adaptación mundial, tanto en el empleo de diferentes fuentes de energía como también respecto de dónde se obtienen estos recursos.
Nuestro país, como importante productor de materias primas, debiera seguir con atención estos eventos dado que, además de los potenciales impactos económicos pueden tener las reacciones a eventos que suceden en la distancia, también nos muestran cómo, la industria y los actores geopolíticos van adaptándose respecto de sucesos que la historia mundial se encarga de repetir.
Leonardo Quijarro Santibáñez
Profesor Residente Sostenimiento y Planificación en Academia de Guerra Naval
Contraalmirante en retiro. Es Licenciado en Ciencias Navales y Marítimas. Ingeniero Naval Electrónico, Academia Politécnica Naval. Magister en Ciencias Navales y Marítimas, Academia de Guerra Naval. Diplomado en Ingeniería Industrial con mención en Gestión de Empresas, Universidad de Concepción. Diplomado en Asuntos Antárticos, Universidad de Magallanes. Diplomado en Alta Dirección, Academia de Guerra Naval. Profesor Militar de Academia en la especialidad de Operaciones Navales.