​Greenwashing: no más lavado de imagen

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Ignacio Parada

Había una vez una empresa sin escrúpulos que contaminaba sin reparos. A medida que la conciencia sobre el cambio climático crecía, la necesidad de políticas ambientales responsables se volvía evidente. Aunque esta empresa carecía de interés en cambiar, detectó la preferencia de los consumidores por marcas sostenibles y adaptó su discurso sin cambiar prácticas contaminantes.


La Unión Europea recientemente prohibió términos asociados al "greenwashing", exigiendo detalles que respalden afirmaciones ambientales. Este movimiento busca acabar con estrategias de marketing engañosas y crear transparencia en las políticas sostenibles. En Chile, un Proyecto de Ley similar fue aprobado en octubre, regulando las comunicaciones ambientales de las empresas para garantizar integridad y veracidad.


Ambas iniciativas avalan y apoyan a quienes estamos comprometidos en la generación de cambios positivos en el planeta. También se alinean con los tiempos actuales, las necesidades de la sociedad y el ecosistema ante el creciente aumento de las temperaturas y el hecho de que ni siquiera estemos hablando ahora de calentamiento global, sino más de ebullición global. No puede ser que enfrentados a este contexto, aún existan organizaciones que aseguran, sin escrúpulos, estar preocupadas del cambio climático y vender una postura consciente para “estar a la moda” en las etiquetas de sus productos, cuando la realidad es que no están haciendo nada diferente, e incluso puede que estén contaminando más que antes en caso de que hayan aumentado su producción.


Hoy en día, los compromisos sustentables se demuestran con hechos. En nuestro caso, lanzamos al mercado envases y embalajes biodegradables en cuatro tipos de ambientes, con plazos que van entre 6 a 20 meses, a diferencia del plástico tradicional, que puede tardar hasta 400 años en degradarse. También nos comprometimos a reducir en un 60% la huella de carbono durante nuestras operaciones, para aumentar el impacto positivo en el ecosistema. No somos los únicos, actualmente en el país existen muchas otras empresas que están convencidas del rol que deben cumplir para detener la crisis climática. Sumando aquellas que deberán readaptarse luego de las normativas anti greenwashing, confío en que en pocos años más vayamos todos en la misma dirección.


El sector privado tiene una presión cada vez mayor de centrarse en su responsabilidad ambiental y ser transparente con los consumidores. Tenemos dos caminos: O nos subimos al carro por convicción propia o lo hacemos por obligación. Creo que es mucho mejor y más sano para todos elegir la primera opción. Mientras más conscientes sean los consumidores, estarán más informados y podrán decidir qué marca elegir entre aquellas realmente sustentables y otras que prometen pero no cumplen. Así de simple y así de demoledor. 


Ignacio Parada, 

CEO y fundador de Bioelements

europapress