Educación técnico profesional y mujer: El desafío de avanzar en temas de género e inclusión

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Trinidad Riesco

La presencia femenina en la educación superior a nivel de estudiantes ya es mayoritaria y sostenida a través del tiempo. Sin embargo, existen espacios donde todavía no alcanza su desarrollo pleno. Este fenómeno se observa con mayor nitidez en la Educación Superior Técnico Profesional, en la que todavía se manifiestan carreras masculinizadas.


Según el Servicio de Información de Educación Superior (SIES), dependiente de la Subsecretaría de Educación Superior, el año pasado la matrícula total en Chile -que incluye pregrado, posgrado y postítulo- alcanzó 1.301.925 de inscritos. Y de ese grupo, las mujeres predominan con el 53,8% del total de matrícula, es decir, 700.532 inscripciones en universidades, IP y CFT.


En tanto, cerca del 40% de la matrícula de tercero y cuarto medio en Chile proviene de liceos técnico-profesionales, según el Mineduc. De ese grupo, el 47% corresponde a mujeres, pero los números bajan dramáticamente según el tipo de especialidad a la que opten, siendo la industrial -que incluye mecánica, electricidad y tecnologías de la información, áreas que gozan de sueldos atractivos y una alta empleabilidad- donde la matrícula femenina llega solo a un 19%.


Sin ir más lejos, el estudio “Producción de diferencias de género en la educación media técnico profesional” (Sevilla, P., Sepúlveda, L., y Valdebenito, M., 2019) precisa que un 62% de las estudiantes consultadas dijo prever que deberían esforzarse más que sus pares masculinos egresados de las mismas especialidades para alcanzar sus metas laborales; un 30% creía que terminaría realizando tareas distintas y de poco valor en el rubro, mientras que un 43% de las consultadas percibía que las mujeres no son bien vistas en empresas del área industrial.


Urge, entonces, continuar desarrollando un trabajo mancomunado entre el sector público y el privado, que incluya a la sociedad civil y a las instituciones de educación superior técnico profesionales en torno al género e inclusión, mediante metodologías participativas para avanzar en el logro de la equidad e igualdad de género en este tipo de formación académica.


Cuando por estos días se conmemora en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer, somos conscientes de que estas brechas de género deben tender a desaparecer para igualar las condiciones entre estudiantes, indistintamente de su género, pues lo único que debiese primar a la hora de acceder al mundo laboral son las capacidades y destrezas de las personas.


El gran atributo que tiene la formación técnico profesional es precisamente su mayor inclusividad social. En ello hay un imperativo moral de avanzar hacia un sistema educativo con igualdad de oportunidades que permita reconocer la irrefutable contribución de la mujer al desarrollo del país.


M. Trinidad Riesco Eyzaguirre

Rectora IP Culinary


Vicepresidenta de Vertebral

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